La dentadura inferior de Carlos I de España, V de Alemania, sobresalía un espacio “del grosor de un diente” de la superior, según textos de la época. Le impedía masticar bien, pronunciar con nitidez, o cerrar la boca. La enorme mandíbula del soberano se convirtió en objeto de burla de sus enemigos. Posiblemente para disimularlo, el emperador se dejó una barba baja que surcaba la faz cubriendo como un tupido velo la línea del mentón. Puede observarse esta barba en los retratos de la aristocracia de la época. Lo que parecía motivo de vergüenza para el emperador, se convirtió en símbolo de poder. Si lo que distinguía al hombre más poderoso de su tiempo era una mandíbula cuajada de problemas, todo el mundo quería una así, y si no, al menos, tener su barba. Prácticamente nunca se trata de la estética del poder, sino del poder que confiere la estética.
Ejemplos del poder que confiere la estética existen en cada catedral o palacio, a la postre, símbolos de ostentación pensados para reforzar la autoridad de sus propietarios. El final del feudalismo y el ascenso de los comerciantes trajo consigo nuevos líderes y formas de poder distintas de la nobleza y clero, que sobre todo al principio, imitaron en la estética al poder anterior. Una constante, que se da prácticamente siempre, es la de proyectarnos sobre aquellos que viven como nos gustaría vivir, o son como nos gustaría ser. De las proyecciones posibles, la más sencilla, por visual, es la estética. Si quien tiene poder usa peluca de rizos, quien quiere el poder usa peluca de rizos, o en su versión más pacata de la actualidad, se compra un chalé con piscina, o un BMW de segunda mano.
La expansión del imperio británico trajo consigo una estética que, por supuesto, fue imitada y reproducida primero por las clases altas de la sociedad, y luego, en su versión proletaria, por quienes querían parecerse a estos. El uso de cuello duro con traje oscuro para caballeros, por ejemplo, es en realidad adaptación del traje oscuro y gola que usaba la aristocracia del imperio español un par de siglos atrás. Quien llega al poder imita la estética de quien lo tuvo hasta la fecha antes de transformarla según sus intereses o necesidad.
La victoria de Trump es inexplicable sin años de haber proyectado una apariencia de éxito en los negocios sobre personas que sentían que cada vez les iba peor. La estética del millonario poderoso, políticamente incorrecto, que no necesita tener conocimientos profundos de nada para triunfar, sirve de proyección para todos aquellos que, sin conocimientos profundos de nada, y siendo políticamente incorrectos, aspiran a verse como personas ricas y poderosas.
La democracia liberal que se da en Estados Unidos desde su fundación ha sido cada vez más imitada y versionada, primero en lo estético, y luego según el caso, también en lo formal.
Estos días el liderazgo de Estados Unidos parece iniciar su declive. El país que se construyó con enormes flujos migratorios por sus condiciones de vida parece seguir los pasos que incentivó en Latinoamérica. La desigualdad extrema, la persecución a minorías, y un presidente que intentó un asalto al poder inventando mentiras en una suerte de golpe de estado civil.
Mientras eso sucede en USA, el desarrollo de oriente se muestra con imágenes de rascacielos, derroche de neones, aceras cuajadas de gente, autovías, y fábricas de tecnología. También, en algunos casos, como por ejemplo, Corea del Sur, con imágenes espeluznantes de desigualdad. El desarrollo de oriente es una proyección del desarrollo en Estados Unidos. A nadie sorprende que las ciudades chinas imiten a las metrópolis estadounidenses, que surjan cadenas de comida rápida o que se incentive el consumo online y en el centro comercial. Incluso que se produzca cine que imite al de Hollywood. Quien aspira al poder, imita la estética del poderoso… hasta que lo alcanza, y lo transforma.
El modelo económico chino se ha basado durante años en copiar lo que se producía en occidente a bajo coste y peor calidad, sin embargo, eso está cambiando. Mientras Trump habla de abrir más pozos de petróleo, China habla de renovables y coche eléctrico. El año pasado se vendieron en China once millones de coches eléctricos frente a los poco más de tres millones que se vendieron en toda la Unión Europea. En 2024, el 60% mundial de ventas de coche eléctrico se registró en un único país, China.
El lunes, la irrupción de la IA china, DeepSeek, provocaba el mayor desplome de la historia de la bolsa en un único día para un valor. Nvidia, imprescindible para el modelo de inteligencia artificial estadounidense Open AI, volatilizaba 400.000 millones de dólares de su valor en apenas unas horas.
Si China continúa su ascenso y Estados Unidos su proceso degenerativo, cabe preguntarse si el modelo de democracia liberal que lideró el desarrollo durante décadas en occidente no será poco a poco sustituido por un modelo político parecido al chino. Si el liberalismo de Estados Unidos permitió durante generaciones el desarrollo personal y ahora el sentimiento entre sus habitantes es de estancamiento y retroceso, cabe preguntarse a cuántas libertades políticas estarían dispuestos a renunciar a cambio de prosperidad económica. Según una encuesta del CIS catalán, publicada el año pasado, un 22% de los jóvenes estaría dispuesto a renunciar a las libertades democráticas a cambio de prosperidad económica.
Ausencia de libertad política y ascenso económico son, por ahora, las características más destacadas del modelo chino.