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Severo Ochoa: decencia

miércoles 30 de enero de 2008, 12:01h
¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?


Gil de Biedma

El proceso ha sido largo pero el Auto de la Audiencia Provincial ha ratificado el sobreseimiento y archivo del caso de las presuntas sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa de Leganés, dando un paso más y ordenando que se suprima toda referencia a la posible mala práctica de los médicos denunciados.

Dicho en otros términos. Son inocentes, sin sombra alguna de duda y el único clavo ardiente al que se agarraba el Gobierno regional también ha sido desclavado: ni rastro de mala praxis. Ni rastro de los 400 asesinatos de los que se llegó a hablar y denunciar.

El primer error del consejero de Sanidad, Lamela, fue atender una denuncia anónima contra los profesionales del Hospital Severo Ochoa. Así empezó la Inquisición y tan sólo siglos después, tras miles de ejecuciones y cientos de miles de procesos, Juan Pablo II acabó pidiendo perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia. Así empezó también el "macarthismo" y su caza de brujas, sembrando Estados Unidos de procesos de declaraciones, denuncias, juicios irregulares y listas negras contra personas denunciadas por ser sospechosas de “comunismo”. Bertolt Brecht, Lauren Bacall, Humphrey Bogart, Howard Fast, Dashiell Hammett, Lillian Hellman, Charles Chaplin y otros muchos fueron víctimas de estos procesos y listas negras.

La persistencia en el error de Lamela alentó un desencadenamiento de despropósitos que alentó la denuncia de organizaciones oportunistas, el cese de los profesionales del Severo Ochoa, su traslado, sanciones y ceses para quienes se solidarizaron con ellos. La defensa sindical de los profesionales sanitarios del Severo Ochoa es uno de los elementos que ha servido de argumento al Gobierno regional para romper los marcos de diálogo social que vienen caracterizando a Madrid desde la época de Joaquín Leguina, hace ya 20 años, fueron mantenidos y desarrollados en la etapa de Ruiz Gallardón. Por poner un ejemplo de la situación actual del "diálogo social" el Consejo de Madrid, máximo órgano de participación de empresarios y sindicatos, lleva dos años sin reunirse. 

La decisión de la Audiencia debería servir para cerrar definitivamente el conflicto Lamela. Abrir las puertas a la dignidad y la decencia. Debería suponer el reconocimiento, la reparación y la restitución en sus puestos de los profesionales sanitarios. Debería suponer asumir el coste político de una agresión sin precedentes a la imagen, el prestigio y el valor de una sanidad pública de calidad y sus profesionales. Lamela debería dimitir o ser cesado. Esperanza Aguirre que decía en 2005 que "una equivocación es reversible", tiene ahora la palabra y que no olvide que es la palabra de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Esta sentencia debería suponer también abandonar la imposición para apostar por un diálogo que permita el más amplio consenso social y político sobre el futuro de la sanidad madrileña.  Ese comprometido y nunca abordado pacto por la sanidad.

Igualmente debería suponer un compromiso de que la inquisición, el "macarthismo" y la mentira, no tengan jamás cabida en una sociedad como la madrileña. El daño a los médicos y profesionales, el daño a la sanidad pública, es irreparable. Pero sería conveniente reflexionar, negociar, acordar para evitar daños mayores en el futuro.

Siempre cabe reconocer los errores y adquirir compromisos. Siempre cabe una postura como la de Juan Pablo II. Aunque también cabe la posición del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (eufemismo moderno de la nunca difunta Santa Inquisición), según el cual Galileo fe bien juzgado y condenado porque no tenía argumentos científicos para demostrar que la Tierra girase alrededor del Sol, porque el deber de Galileo era prestar obediencia y reconocer el magisterio de la Iglesia y en definitiva porque “En la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que al propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo”. Aquel prefecto se llamaba Ratzinger y hoy es Papa. Ciertamente no parece que le fuera mal mantener la decisión y no enmendarla.

Ahora bien, no nos equivoquemos, ya lo dijo Galileo, la Tierra se mueve y gira entorno al Sol.  Los médicos eran inocentes, no cometieron malas prácticas y merecen decencia, dignidad, reparación, máxime cuando la Justicia ya ha hablado.

Reitero, ahora Esperanza Aguirre y Gil de Biedma tiene la palabra.

De todas las historias de la Historia
la más triste sin duda es la de España
porque termina mal.  Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.


Gil de Biedma

Francisco Javier López Martín
Secretario General CCOO Madrid
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