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2006 el año de la difusión de Evo

2006 el año de la difusión de Evo

jueves 04 de enero de 2007, 22:17h

Si alguna conclusión podemos sacar en Bolivia del año que se fue, es que  definitivamente fue el año de la información de Evo Morales. Pesimistas y optimistas del espacio público se han sorprendido por la cantidad de información que un régimen ha podido generar en tan poco tiempo. El ímpetu y la velocidad de su gestión han sido tan vertiginosos en hechos noticiosos que las agencias de noticias, medios de comunicación y analistas, apenas han tenido la posibilidad de cubrir, valorar y comentar los sucesos.

Bolivia venía de una crisis muy profunda en las dimensiones de institucionalidad y autoridad. Desde el año 2000, los sucesivos presidentes – cinco para ser más precisos – habían perdido la iniciativa frente a al agenda y se les había demandado mayor iniciativa frente a los asuntos públicos. De esa anemia de reflejo e iniciativa gubernamental, el año 2006 pasamos a la avasalladora gestión de Morales que no ha parado ni un solo día en generar iniciativa estatal. Valga aclarar que no le valora si eso es bueno o malo, sino se pretende destacar que esa es una característica de la presente gestión de gobierno.

Evo Morales ha sabido manejar su agenda aprovechando su simbólico respaldo popular y la legitimidad que ello le permite. Ha neutralizado la acción opositora de los medios de comunicación, que años antes había sido implacable y letal con los otros presidentes. Se ha pertrechado de escenarios alternativos de difusión como los actos de masas, los medios del Estado y ha comenzado a montar la red de medios comunitarios en respuesta a la emergencia de los medios de comunicación privados que vienen gobernado el espacio público boliviano desde un par de décadas atrás.    

“Al César lo que es del César”, reza la máxima y cabe aplicarla a la acción difusiva de Morales que ha sabido posicionar sus mecanismos simbólicos, su discurso y sus medidas, contrarrestando las críticas internas, neutralizando la acción opositora de los medios no afines a su régimen y utilizando la denuncia (así como la implacable la des-acreditación) contra sus enemigos públicos. En el imaginario social, Evo se levanta a las 4:00 a.m., comienza su jornada una hora después, viaja por la mañana a algún distrito, juega fútbol por la tarde y tiene tiempo de hacer algún acto en Palacio de Gobierno por la noche. Evo es irreverente con EEUU y es implacable contra sus enemigos, a quienes los convierte en enemigos de todos. Evo se equivoca y reiteradas veces en su exposición pública, pero ha contado con el suficiente respaldo de su aparato difusivo, así como la solvencia de García Linera, quien ha sabido asumir el rol de “traductor” de lo que “realmente quería afirmar” el presidente. Así, los indicadores de respaldo a la figura presidencial nunca han tenido una bajada dramática.  

Evo ha sabido aprovechar hasta de los asuntos más frívolos para aumentar internamente su capital político. Su vestimenta y hasta su vida privada han sido cautelosamente distinguidas de los asuntos de Estado, aunque sin dejar de generar interés mundano en la población. Su gestión difusiva ha sabido conjurar arremetidas públicas como los rumores que buscaron anticipar acciones sobre la forma de propiedad o las disposiciones macroeconómicas. Ha devuelto el sentido de autoridad a la acción de gobierno, rayando en rasgos autoritarios por cierto, pero por lo mismo, no se le puede acusar de falta de decisión. Finalmente ha utilizado su credibilidad para apañar actos irregulares como las denuncias contra funcionarios de gobierno, sin mayor descargo que su intervención de defensa. 

En términos internacionales, es difícil establecer éxitos o fracasos difusivos, pero innegablemente Evo fue noticia internacional con bastante frecuencia. En términos cuantitativos, Chavez, Kirchner o Lula Da Silva, gozan de una capacidad de atención pública internacional innegable por sus contextos particulares, pero definitivamente Evo Morales debe ser el presidente boliviano que mayor trascendencia internacional ha generado en la historia reciente. Difícilmente se podrá establecer si eso lo beneficia o lo perjudica, pero el primer año de Morales ha debido ser traducido a varios idiomas, ha generado sorpresas, sobresaltos y hasta dolores de cabeza internacionales muy fuertes.     

Esa omnipresencia en los asuntos públicos le ha surtido efecto interno hasta la fecha, aunque no se sabe si el impulso de su caudal político electoral y respaldo popular le bastarán para seguir en ese ritmo. Como cualquier proceso humano, vendrá inevitablemente el desgaste con su respectivas facturas por cobrar. El tiempo es muy corto para establecer valoraciones más profundas, pero la acción periodística debe reconocer que la pugna por la agenda (tan investigada en las universidades con fundamentos teóricos) durante el año 2006, ha sido vencida por el régimen de Morales, para bien y para mal, siendo un hecho innegable.     

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