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Las meditaciones de Rodrigo Rato

viernes 18 de enero de 2008, 13:37h
Ni foto con su novia ni declaraciones sobre Gallardón, ni nada de nada. Ayer se presentaba un libro en Madrid de Ramiro Calle (Ingeniería emocional,  ed. Martínez Roca). Un profesor de yoga que tiene entre sus pupilos a Rodrigo Rato que accedió a presentarle su obra.
La expectación estaba servida y al acto acudió prensa por doquier. Prensa del corazón por ver a Rodrigo Rato con su novia (se deben de pensar estos del Tomate que Rato es Sarkozy) y prensa política para sacarle declaraciones sobre la decisión salomónica de Rajoy. Pero se quedaron compuestos y sin novia. Rato llegó rápido y veloz, se sentó en la mesa, alabó a su profe, recomendó la compra del libro (cuando se trata de pasta no se anda por las ramas), aplaudió, se levantó y se piró. Ni cóctel, ni saludos ni nada de nada. ¿Para qué?

Así que yo, pues tampoco les puedo contar gran cosa porque aunque había mucha expectación la verdad es que famosos y gente así conocida…pues muy poca, la verdad. A saber: el Duque de Lugo que es presidente de honor de Axa (antes Wintherthur) que era el patrocinador del acto. El Duque de Lugo anda como decaído y con semblante triste, me da mucha pena a mí este hombre. Ayer en el cóctel estaba apoyado sobre la pared y por un momento pensé que hablaba solo, pero no, lo que pasa es que conversaba con María Teresa Ortiz Bau que, como es ella muy canija, yo no la veía entre el gentío. Qué susto, me alivié. Al menos la cosa no está tan mal como para que don Jaime termine hablando solo en público (en privado todos lo hacemos, para qué engañarnos a estas alturas).

En las primeras filas (que son esas en las que se sientan las personas que se creen importantes) estaban las gafas de sol de Lita Trujilla (ella creo que estaba detrás aunque no lo puedo asegurar), Pitita Ridruejo, la señora que además de ver a la Virgen, se ve que también practica el yoga, lo suyo es, desde luego, la meditación, me queda clarísimo. Andaba también por allí Rafael Ansón que no paró de limpiarse las gafas y Joaquín Bardavío.

Enseguida apareció por allí María Eugenia Yagüe que ayer me desveló el secreto de por qué no encuentras un solo compañero periodista que te hable bien de ella: es muy antipática y su especialidad es hacer enemigos allá por donde va. Cuando llega a los sitios no saluda a nadie, bueno sólo a quién le puede informar de algo. Alguien ayer le reclamó: Hola, qué nunca saludas, y ella, al más puro estilo “si camino no puedo mascar chicle”, contestó: “Es que cuando voy a trabajar no saludo. Claro, es lo que tiene trabajar, que te impide decir hola a las personas que conoces y que, a veces incluso te ayudan en tus pesquisas que luego cuentas en los medios de comunicación como averiguaciones propias. Hoy la Yagüe tiene un nuevo enemigo. Y así va, haciendo amigos por la vida. En fin, al menos su postura me ha dado para contar algún chascarrillo más.

El canapé estuvo muy abundante y bastante bueno. Para eso el hotel Intercontinental es de cinco estrellas.
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