La medida afecta a las marcas cuyo precio actual de venta es inferior a los 2,17 euros por cajetilla de 20 cigarrillos, ya que sólo en esos casos la suma del impuesto específico y el “ad valorem” es inferior a los 70 euros por mil cigarrillos.
A modo de ejemplo, en la hipótesis de que las empresas tabaqueras decidan trasladar enteramente al precio de venta esta subida del impuesto mínimo, las marcas que se venden a 1,95 euros por cajetilla pasarían a costar 2,11 euros, un 8,2 % más.
La razón alegada por el Gobierno para este incremento en el impuesto mínimo es que las dos subidas aplicadas este año a la fiscalidad del tabaco –“con el objeto de desincentivar el consumo de este producto nocivo para la salud”, dice el Ejecutivo- no han sido trasladadas por los fabricantes e importadores a los precios de venta al público de los cigarrillos en la medida que cabía esperar y, por tanto, todavía existe una fracción significativa del mercado de cigarrillos cuyos precios “se encuentran por debajo de los niveles deseables desde la perspectiva sanitaria”.