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Las otras elecciones

martes 15 de enero de 2008, 17:48h

Las otras elecciones

 J. Catalán Deus

78 obispos en activo, la plana mayor de la iglesia española, se reunirán del 3 al 7 de marzo para elegir presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) hasta 2012. Dos días después, el 9 de marzo, se celebrarán las elecciones generales. ¿Influirá una elección en otra?

Es la primera vez en la historia de la democracia que las elecciones episcopales vienen a coincidir con las elecciones políticas, en un momento en el que las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno no son precisamente cordiales, y mientras laicistas y católicos practicantes están aumentando sus diferencias y enfrentamientos.

¿Influirá una elección en otra? Es una incógnita a la que ningún analista se atreve a dar respuesta. En principio, se podría pensar que la influencia -de existir- sería pequeña, pero ante unas elecciones políticas tan igualadas como las que nos esperan, la victoria entre los obispos de un dirigente marcadamente conservador podría llevar a votar a unas decenas de miles de anticlericales furibundos que suelen abstenerse. Una victoria de un obispo moderado, por el contrario, no tendría demasiado efecto.

El sector conservador del episcopado español es hoy por hoy muy mayoritario, pero no consigue atraerse del todo a los centristas moderados, que a menudo se alinean con el pequeño sector socialdemócrata y los nacionalistas vascos y catalanes.

Si bien el centrista Ricardo Blázquez consiguió arrebatar a los conservadores la presidencia hace cuatro años, lo hizo de carambola y por tres votos sobre Antonio Cañizares, el beligerante primado de Toledo. El próximo marzo se va a reproducir con bastante exactitud el mismo panorama y la victoria de un sector u otro está en el aire. Ha comenzado una campaña electoral en la que el presidente obispo de Bilbao está recibiendo un fuerte apoyo exterior desde los sectores de izquierdas e incluso desde el gobierno.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach, acaba de mostrarse públicamente partidario de que Blázquez, sea reelegido: Los centristas moderados podrían aliarse de nuevo con el ala izquierda-nacionalista, algo que se intenta escenificar en la confluencia entre Blázquez y Sistach. El cardenal sevillano Carlos Amigo estaría con ellos y con lo que representan.

Pero el cardenalato de Cañizares, primero, la magna ceremonia de beatificación de los mártires de la guerra civil después, y el nombramiento del portavoz Martínez Camino como obispo auxiliar de Madrid, el del arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco como cardenal, y el de Alfonso Carrasco Rouco, sobrino del cardenal Rouco, como obispo de Lugo, todos recientes, son sucesivos éxitos del sector conservador.

El duelo Blázquez-Sistach-Amigo contra Rouco-Cañizares-Gasco no es seguro. Blázquez y Rouco podrían no presentarse a la reelección, sobre todo el segundo. A Cañizares le pueden faltar un puñado de votos. Sistach, duda. No es descartable que aparezcan nuevos candidatos centristas, como el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, el mejor situado entre los que aún no son cardenales.

Blázquez para ser reelegido necesita dos tercios de los votos y está muy lejos de ello a dos meses vista. Si fallara en este primer embite, el siguiente se resuelve por mayoría simple, y ahí Rouco le lleva una considerable delantera de quizás una docena de votos., que podían aumentar si de aquí a entonces se producen los relevos pendientes de varios obispos en edad de jubilación, Carrera, Soler, Dorado y Echenagusía.

Junto a la elección del presidente, no será menos importante y polémica la del secretario de la Conferencia, puesto ocupado actualmente por el jesuita Martínez Camino, que sin duda podría presentarse a la reelección.

Rouco de presidente, Cañizares de vicepresidente, Camino de secretario, y Gasco en Doctrina de la Fe, son un equipo cohesionado y en teoría vencedor. Pero despertarían reacciones de pánico y agresividad en grandes sectores de la opinión pública espoleados por los medios. Y eso podía, fíjense ustedes, volverse contra el Partido Popular y galvanizar el voto radical de izquierdas.

Por eso hay quien todavía defiende dentro y fuera de la CEE que sería mejor aplazar las elecciones episcopales hasta un par de semanas después de las presidenciales.

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