Se equivocó, definitivamente, Zapatero en su nada matizado optimismo mostrado en la rueda de prensa del pasado viernes. Pero ¿Cuánto se ha equivocado
Zapatero al decir, solamente hace unas horas, que este año estamos mejor que el pasado, pero peor que el próximo en lo referente al terrorismo de ETA? Un mal paso lo dicho el viernes en una rueda de prensa multitudinaria, con la que abrían sus informaciones, los periódicos de papel de este sábado. La explosión en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas señaló claramente a ETA desde el comienzo, y la misma banda se responsabilizaba luego de esta explosión. Así que adiós tregua, adiós, porque esto no es precisamente un acto de 'kale borroka', sino un atentado en toda regla, que por cierto podría haber provocado decenas de muertes. Y, por cierto, adiós negociación adiós. Y adiós planes de Zapatero, adiós. Porque se ha derrumbado algo más que el módulo D del parking de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas: se ha derrumbado, aunque luego, en su comparecencia, tratase de disimularlo, el andamiaje de los planes del presidente.
Habrá un hasta el 30 de diciembre de 2006 y un desde este día aciago, que ha pasado ya a la historia de la tristeza. ¿Habrá negociación con los terroristas desde este momento, o un parón radical en los intentos que llevaba a cabo el Gobierno? ¿Acabaron los coqueteos con Batasuna? Y, por cierto ¿cómo habrá sentado esta explosión a las expectativas de la coalición proetarra para acudir a las elecciones municipales y autonómicas de mayo? Este atentado cambia muchas, muchas cosas. Y a muchos que nos sentíamos razonablemente optimistas nos abre una sima de preocupación y pesimismo, sin duda compartidos por las fuerzas políticas -muy señaladamente por el inquilino de La Moncloa, que ha hecho del proceso de paz el eje de su política-.
De ETA, está claro, no se puede fiar nadie, y Zapatero, que salía feliz hacia Doñana para pasar allí el fin de año tras su rueda de prensa triunfal y nada autocrítica del viernes, ha cometido, parece, ese error: ha confiado en la fracción 'negociadora' de la banda terrorista, desdeñando a los 'duros' e inflexibles talibanes instalados en el 'cuanto peor, mejor'. Unos individuos crueles e irreflexivos que tal vez piensen que con atentados de este tipo, que sumen en la desesperación a tantas buenas gentes que trataban de pasar unos días de vacaciones, van a debilitar las posiciones negociadoras del Gobierno. Y va a ocurrir, esperemos, exactamente lo contrario: ahora no quedará otro remedio que endurecer el trato a la banda y a sus terminales.
Sí, se equivocó Zapatero, como decían ayer, con algo de sorna, las radios más afectas a círculos de la oposición. Se equivocó echando, una vez más, las campanas al vuelo, y ahora se le recuerdan estas palabras, que le caen encima como muros de contención que se derrumban. Mal acaba el funesto año 2006. Para zapatero y, claro, para todos nosotros.