Los líderes mundiales han reaccionado a la victoria de Donald Trump con ofrecimientos de mantener un espíritu de colaboración, aunque no se oculta la preocupación por saber de qué forma abordará una serie de asuntos geopolíticos, desde los conflictos en Oriente Medio a la relación con Rusia, y la incipiente recuperación económica.
Trump, quien no tiene experiencia previa en cargos públicos, dio ayer señales conciliadoras tras haber vencido a su rival demócrata e intentó buscar consensos con los aliados de Estados Unidos. En Reino Unido, donde la victoria de Trump hizo recordar los efectos del "Brexit" tras el referendo de junio, la primera ministra dijo que la "relación duradera y especial" entre los dos países permanecería intacta.
Pero otras autoridades europeas, como el vicecanciller alemán, tomaron la poco habitual postura de denuncia ante el resultado y consideraron que se trataba de una señal preocupante para la democracia liberal y la tolerancia en el mundo. Muchos confían en que la retórica del candidato de paso a la realidad del presidente, y aunque tendrá una mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso cuando asuma el cargo en enero y gozará de una “luna de miel con el Capitolio” en varios temas, la relación a largo plazo podría resultar más compleja.
Mientras, hasta que el republicano no asuma la presidencia y ya, sin necesidad de hacer campaña, concrete realmente las políticas que va a adoptar, Moody's no ve necesidad de cambiar las calificaciones para Latinoamérica.