Los antibióticos sólo son eficaces contra infecciones bacterianas, sin embargo 2 de cada 3 españoles creen que son activos frente a la gripe y el 8% los consume sin prescripción médica, según datos del Ministerio de Sanidad. Automedicarse, guardar restos de antibióticos para otra ocasión o usarlos para tratar enfermedades invernales de tipo vírico son malas prácticas demasiado habituales que están poniendo en riesgo al conjunto de la sociedad aunque 1 de cada 6 europeos no sea consciente de ello.
El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades alerta de que los antibióticos están perdiendo eficacia a un ritmo impensable hace sólo 5 años. Un ritmo que, si se mantiene en el tiempo, podría provocar que Europa volviera a los tiempos en que una infección bacteriana común, como pudiera ser una neumonía, era una muerte segura. Pero ya no sólo afecta a las enfermedades directamente tratadas con los antibióticos, sino que hay que tener en cuenta que la resistencia a estos medicamentos podría impedir aplicar avances como la cirugía compleja, trasplantes de órganos, la administración de quimioterapia… “Una amenaza para la salud pública a nivel mundial”, alerta el Ministerio de Sanidad que ha venido modificando desde 2012 las dosis para racionalizar su uso dentro del Plan Nacional Resistencia Antibióticos.
España es el quinto país de la UE en consumo de antibióticos y a la ingesta directa de estos medicamentos hay que añadir las vías paralelas por las que nuestros organismos están recibiendo bacterias resistentes. Esto es, el consumo de carne de animales que han sido tratados con antibióticos o de verduras que han sido fertilizadas con abono procedente de dichos animales, o el contagio a través de manos u objetos contaminados por parte de pacientes portadores de estas bacterias resistentes.
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