OPINIÓN/Víctor Gijón
lunes 03 de diciembre de 2007, 10:00h
Hay individuos que no pueden resistirse al discurso casposo aunque la oportunidad sea la menos indicada. Caspa este fin de semana en un artículo de Ignacio Diego que resucita la figura de rojo en alpargatas y sin sombrero que se inventó el franquismo.
Caspa en la intervención de un ex editor de presa alternativa que intentó estropear el merecido homenaje a Patxi Ibarrondo, un periodista comprometido y combativo. Y caspa en la campaña de un diario local, el de más tirada, etcétera, empeñado en enfrentar a los dos partidos coaligados en el Gobierno regional.
No sé porque pero la caspa se identifica con una época, el franquismo, y una forma de ser, que se califica sola. Diego, el líder del PP cántabro, ha recuperado el discurso casposo de la extrema derecha de los años treinta para atacar al consejero de Economía del Gobierno regional, Ángel Agudo. No seré yo quien le niegue al dirigente conservador su derecho a poner en solfa la política económica del Ejecutivo. Las prohibiciones y censuras previas se las dejo a Diego y a sus amigos y compañeros de partido. Pero intentar rebatir argumentos con descalificaciones personales lo único que prueba es la indigencia intelectual de quien así actúa.
De la homilía laica que este domingo publica El Diario Montañés bajo la firma de Diego cabe destacar, por su elevada acumulación de caspa, algunas afirmaciones, que reproduzco literalmente. “¡Qué diferente se ve la vida desde el interior de un flamante jaguar! ¡Que lejos queda la lucha de clases, la nacionalización de los medios de producción, y el colectivismo que hace pocos años defendió con ímpetu [Agudo]!”, escribe Diego. Como se ve los tópicos del franquismo han formado corteza indeleble en las neuronas del líder local de la derecha. Diego no se ha enterado todavía de que fue el imaginario demagógico de los sectores más conservadores el que esparció la idea de que si la izquierda llegaba al gobierno el ganadero le quitarían la vaca.
Pero hay más. Diego, que lleva años cobrando del erario público y que en las últimas elecciones pidió el voto para subirse al coche oficial de presidente de Cantabria, pero los cántabros le dijeron que nones, le espeta al consejero de Economía que “cuando uno ha conocido las bondades de la economía de mercado desde la atalaya de un suculento sueldo público de Consejero, la revolución da muchísima más pereza”. Es evidente que no fue el caso de Diego --la pereza revolucionaria, digo-- la que le llevó a compartir un “suculento” sueldo como alcalde de El Astillero y unos no menos sabrosos emolumentos como consejero de una empresa, Candemat, que dejó en situación de ruina.
Diego es fiel representante de esa derecha que ve paja en ojo ajeno, mientras ignora la viga en el propio. Una derecha que pasa en un pis-plas del servicio al ciudadano a la empresa privada, casi siempre en aquellas áreas de negocio cuya cuenta de resultados ayudaron a engordar mientras estaban del lado del sector público. ¿Quieren que les de ejemplos de amigos y compañeros de militancia de Diego hoy empleados dene multinacionales a las que beneficiaron cuando estaban en cargos públicos? Pero para el dirigente del PP lo grave, lo sustancial, lo que es un “chiste” es que “alguien [Agudo] que vive complacido en el lujo y la abundancia” hable de “solidaridad, equidad y progresismo”. No observo que nadie se ría, pero es evidente que Diego si que se pretende reír de los cántabros.
No se si hubo risa, por lo burdo de la manipulación, o llanto, por la impotencia, entres los ediles del PRC en el Ayuntamiento de Santander que se desayunaron este semana con la noticia de haber votado en contra de la elección de la presidenta de la Federación de Municipios de Cantabria, la socialistas Blanca Rosa Gómez Morante, y a favor de la impugnación del PP de dicha votación. Los concejales regionalistas no daba crédito a lo publicado por el DM. Y no lo daban porque ellos estaban allí cuando se votó y sabían cual había sido su sentido. Pero en el oráculo de las más media regional les habían cambiado el voto. De la abstención, que argumentaron no era por que el tema no fuera importante, sino por considerar que la votación propuesta por el alcalde estaba fuera de lugar, el periódico conservador había hecho un sí a favor de las reclamaciones del PP. El PRC tuvo que esperar 24 horas para que apareciera una rectificación tan confusamente titulada que todavía son muchos los que no se han enterado de cuál de las dos noticias es al cierta.
Pero ¡qué importa la verdad cuando te estropea una buena noticia? La máxima del periodismo amarillo se aplicó sin dudarlo un instante por el DM. Los regionalistas habían apoyado una propuesta del PP para que Santander no se viera eliminada a priori de la carrera por obtener fondos Urban. Las matizaciones regionalista sobre el sentido del voto, que en absoluto pasaba por apoyar las acusaciones del PP al Gobierno de Cantabria, fueron orilladas para destacar lo fundamental en opinión del diario conservador: el apoyo del PRC al PP en contra de un consejero del PSOE. Era un excelente ocasión para insistir en la campaña que pretende, en primera instancia, enfrentar a los socios de Gobierno, pero sobre todo en ofrecer razones al votante regionalista para que el 9-M no de su voto a los socialistas. Pero se les fue la mano y de un acuerdo con el PP se pasó a dos. El verdadero y el inventado.
El DM y el alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, cabeza visible de un PP con cabeza y no obsesionado por sus derrotas electorales, como es el caso de la troika formada por Diego, Rodríguez Argüeso y Sáenz de Buruaga, tienen claro que gran parte de su éxito en las próximas elecciones generales pasa por evitar que los votantes regionalistas de las autonómicas se decidan mayoritariamente por apoyar a los candidatos del PSOE. Objetivo imposible si el discurso dominantes es el de Diego, enquistado en sus críticas sin matices al presidente y líder regionalista Miguel Ángel Revilla. Pero no improbable desde la posición centrada, quizás oportunista, de De la Serna. Este, con la cobertura mediática del DM, insiste un día y otro también en realzar las excelentes relaciones con consejeros del PRC, mientras magnifica las diferencias con los cargos del PSOE. Es en ese contexto en el que debe inscribirse la “errata” del DM.
No fue una “errata” sino una deliberada actitud de reventar un homenaje masivo de este sábado a Patxi Ibarrondo, un periodista de raza, combativo, independiente y valiente que pasa por unos malos momentos personales y profesionales. Alrededor de 200 personas se habían dado cita en un almuerzo que pretendía reivindicar la trayectoria profesional de Ibarrondo, el que fuera director del semanario La Realidad. Una publicación obligada a cerrar por la acción concertada de dirigentes del PP que lograron que una juez aplicará con rigor desmesurado una ley desmesurada, afortunadamente anulada ya para bien de la libertad de expresión y de información. Entre los presentes una destacada representación de periodistas, junto a ecologistas, representantes de distintas ONG’s, sindicalistas y ciudadano de a pie.
No todos los que allí estuvimos presentes comulgamos con la línea editorial que en su día llevó adelante La Realidad. Pero ese era asunto menor frente a reivindicación de la libertad de expresión, el derecho a la libertad de información y la independencia profesional, personalizada en Ibarrondo y su larga trayectoria en el mundo de la prensa escrita de Cantabria. Claro que siempre hay individuos que se dejan vencer por sus obsesiones sectarias. Y ese fue el caso de Pedro Venero, ex editor de La Realidad, que aprovechó la ocasión para dar tienda suelta a discurso sin sentido con una versión de los hechos que provocaron el cierre del semanario que en nada se corresponde con la verdad de los sucedido.
Ibarrondo dejó claro en su intervención el por qué de que una publicación independiente tuviera que echar el cerrojo. Fueron altos dirigentes del PP, como Carlos Saiz, entonces diputado regional y presidente de Caja Cantabria, o Francisco Rodríguez Argüeso, portavoz del PP en el Parlamento, los que, con demandas temerarias y económicamente desorbitadas, lograron su objetivo de callar a La Realidad. Pero para Venero el acoso de la derecha no fue lo más relevante. En una sorprendente intervención, usurpando el protagonismo del acto, se inventó una paranoica conspiración del socialismo para, dijo, cerrar la boca a la izquierda de verdad. Ni un solo dato objetivo avala esa tesis y si todo lo contrario. La diatriba de Venero se produjo, además, ante un auditorio donde, por supuesto, no había nadie de derechas, pero sin algunos socialistas. Y periodistas independientes que habían acudido al homenaje a un compañero en dificultades.
Ibarrondo se merecía el homenaje de este sábado. Y todavía se le debe un reconocimiento por parte de la profesión periodística en su conjunto. Habrá que hacerlo y ahora con más razón. Para separar el polvo de la paja, la profesionalidad de la demagogia y la libertad del sectarismo. Sin censura, ni censuras. Por cierto que habría sido un detalle por parte de los organizadores del acto si por delante o por detrás de la soflama anti socialista de Venero se hubiera leído la breve comunicación enviada por la secretaria general del PSOE y vicepresidenta del Gobierno, Lola Gorostiaga, en la que expresaba su solidaridad y apoyo a Ibarrondo. Porque lo cortés no quita lo valiente.