En mangas de camisa y por supuesto sin corbata. Iglesias de blanco y Rivera de azul dieron en la noche de este domingo todo un ejemplo del cambio político que se avecina en este país, sentados en torno a un café y demostrando que se puede debatir sin convertir el escenario en un circo romano. Los nuevos líderes emergentes que pueden tener la llave de la gobernabilidad de España al día siguiente del 20D fueron capaces de contraponer dos programas de gobierno muy distintos sin descalificaciones ni gritos, sin condiciones y sin cronómetros. Ni que decir que el debate fue líder en Twitter, donde tanto Podemos como Ciudadanos son poderes fácticos.
Albert Rivera sabe más de Economía que Pablo Iglesias. O se atreve a concretar más sus medidas ultraliberales frente a un contrincante al que le recuerdan a Tsipras en cuanto va más allá de subir el salario mínimo a 800 euros, una de las propuestas que se atreve cuantificar. El destino común es el “modelo danés”, pero mientras Ciudadanos cree que España está al nivel de su socio nórdico como para aplicar su contrato único, para Podemos aún estamos lejos de un país con unos salarios mucho más altos. “No somos Bangladesh pero estamos aún lejos de Dinamarca”, sentenció su líder advirtiendo de que mermaría los derechos de los trabajadores.
Pablo Iglesias, en cambio, sigue emocionando cuando le dejan hablar de regeneración democrática. Lo suyo es la dialéctica, no las cifras, y se lució frente a un rival de mucha altura. Cuando Rivera se quejó de que Iglesias le tilde de candidato “del IBEX”, el líder de Podemos logró que ambos al final reconocieran que han hablado “con mucha gente” y además lo consideraran necesario.
Évole puso en suerte muchos temas a sus invitados, Sanidad, corrupción, refugiados… en los que no se escucharon nuevas ideas sobre la ya sabido de sus programas pero que permitieron por primera un debate de primera mano entre las dos grandes alternativas al bipartidismo de PSOE y PP. Quizá Rivera estuvo más valiente en la hora escasa de conversación al mojarse en cuestiones delicadas para muchos votantes de Ciudadanos., por ejemplo al apostar por una España federal. Con cierta razón, Pablo Iglesias se permitía exclamar: “Como esto siga así nos presentamos juntos a las elecciones”.
Iglesias quizá fue víctima de la mayor presencia física de su interlocutor, apoyado sobre la mesa obligándole a adoptar una pose más a la defensiva, junto con su discurso que buscaba ser lo más centrado posible y, ante todo, tranquilizador. ¿Pagaría la indemnización del Castor? pregunta Évole. “Si, si así lo dice la ley”, responde el candidato de Podemos. ¿Y Rivera? “Tres cuartos de lo mismo”.
Y, para el capítulo final, Cataluña, sin novedad alguna sobre la mesa. Rivera no acepta un referéndum e Iglesias “por supuesto que si”… pero le costó bastante más explicarlo hasta conseguir que pareciera una trampa para elefantes como Artur Mas.
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