Las expectativas acertaron y ayer el Gobierno alemán rebajó la estimación de crecimiento para su economía, aunque quizá no tanto como se esperaba. Para este año, estima un crecimiento del 1,7%, debido a la desaceleración económica en China y de otros mercados emergentes, aunque mantuvo su estimación de un crecimiento del 1,8% para el próximo año. En abril, había pronosticado un aumento del PIB para este año del 1,8%. "La economía alemana sigue creciendo. Se mantiene en el buen camino a pesar de las perspectivas moderadas para la economía global con un menor crecimiento en China y los mercados emergentes ricos en materias primas", dijo su ministro de Economía. Lento, pero crecimiento. De los precios a nivel global, no se puede decir lo mismo. En China, la inflación en septiembre ha bajado su ritmo de crecimiento, aumentando la preocupación sobre las presiones deflacionarias en la segunda mayor economía del mundo. En Estados Unidos, los precios de producción registraron en septiembre su mayor caída en ocho meses debido a que el coste de los productos energéticos bajó por tercer mes consecutivo, apuntando a una inflación contenida que podría ser un argumento en contra de una subida de los tipos de interés este año. El índice de precios cayó un 0,5%, tras permanecer sin cambios en agosto. En los 12 meses hasta septiembre, el índice ha caído un 1,1% tras retroceder un 0,8% interanual en agosto. Este escenario de baja inflación favorece cuestionarse cualquier cambio en la política monetaria.