Tras aceptar a su pesar las rigurosas condiciones para un nuevo acuerdo de rescate financiero, el primer ministro griego se enfrentaba ayer a una rebelión en su propio partido para aprobar en el Parlamento las exigidas reformas, acompañadas por recortes del gasto público. En la espera, la actitud en los mercados era la de no jugar fuerte, aunque la principal apuesta era que el apoyo de los partidos opositores en el Parlamento griego garantizaría la aprobación del acuerdo, tal y como finalmente ha ocurrido. Mientras tanto, la mirada estaba puesta en Estados Unidos, en concreto, en su Reserva Federal. Su presidenta se enfrentó ayer a las peticiones para una mayor supervisión e intervención del Congreso en la Fed, después de recibir críticas contra ella y otros funcionarios por parte de algunos miembros de la Cámara de Representantes. Antes, Yellen declaró que la economía de Estados Unidos es capaz de soportar tipos de interés más altos, por lo que la institución sigue considerando elevarlos este año, por las perspectivas de que los mercados laborales mejoren de forma sostenida y lo improbable de que las turbulencias externas afecten a la economía del país. Este escenario quedó dibujado en el Libro Beige que ayer publicaba la Fed. En él señala que la actividad económica continuó expandiéndose desde mediados de mayo y a lo largo de junio.