El pasado lunes, el ministro de Hacienda de Finlandia declaraba a su llegada a la reunión de emergencia en Bruselas: "Tenemos una idea de lo que Grecia ha estado buscando, pero como ya he dicho parece que va a ser un lunes en el que hemos malgastado muchos kilómetros en viajes de avión, tanto de los ministros de Finanzas como de los jefes de Estado y de Gobierno". Pues bien, tres días después, los kilómetros siguen creciendo y cuando se anuncian avances de calado en las negociaciones, aparecen obstáculos que retroceden el terreno avanzado. Ayer los acreedores internacionales exigieron a Grecia que mejore sus recientes propuestas sobre subidas de impuestos y reformas, en un intento de último minuto por alcanzar un acuerdo que desbloquee la financiación que el país necesita y evite un impago de la deuda la próxima semana. Queda tan poco tiempo para alcanzar un acuerdo antes del plazo del 30 de junio, que no es de extrañar que las conversaciones sean cada vez más tensas. Las propuestas de Grecia han sido respondidas con contrapropuestas por parte de los acreedores. El FMI advierte que Grecia debe presentar planes de reforma creíbles, que no pueden ser construidos sólo sobre promesas de mayores ingresos impositivos. Y mientras las negociaciones se alargan, los mercados esperan con inquietud el resultado final o provisional de las mismas.