Después de que el FMI lo hiciera la semana pasada, ayer el Banco Mundial también instaba a la reserva Federal a postergar un subida de tipos hasta el próximo año para no aumentar la volatilidad de los tipos de cambio y frenar el crecimiento global. Las expectativas respecto al momento en que la Fed decida marcar el punto de inflexión en su política de tipos de interés, junto con Grecia, son los factores fundamentales que en estos momentos subyacen en los movimientos de los mercados. Vinculado en gran medida a estos factores, en las últimas semanas el mercado de deuda está alcanzando un claro protagonismo por la incidencia que está teniendo en el resto de los mercados. Ayer, la rentabilidad de los bonos estadounidenses alcanzaba máximos de siete meses, siguiendo el comportamiento de la deuda europea, en concreto, de la deuda alemana. Con el fondo de un menor temor a la deflación en la zona euro, la rentabilidad de la deuda alemana a 10 años superaba ayer el 1% por primera vez desde septiembre, propiciando también que los inversores redujeran sus posiciones en bonos estadounidenses. De hecho, en los últimos días las dificultades entre Grecia y sus acreedores para alcanzar un acuerdo no parecen ser la principal preocupación en los mercados. "El objetivo es mantener a Grecia en la zona euro", decía ayer la canciller alemana a su llegada a Bruselas, añadiendo que "donde hay voluntad, hay camino". Y en eso están Grecia y sus acreedores, caminando contra reloj.