Una vista y no vista
Ana Botella fue la encargada de dar la
salida a los participantes en su condición aún de alcaldesa de Madrid y, sobre
todo, de impulsora de las bicimotos utilizadas para la carrera. A
Rajoy no le
hizo falta ni quitarse la corbata para imponerse a las candidatas madrileñas en
la primera etapa, disputada en llano por el carril bici que discurre junto al
río manzanares. A esas horas, el sol aún no había empezado a castigar con toda
su furia el cemento.
Era el momento de pasar por el punto de avituallamiento, una
terraza con vistas al estadio Vicente Calderón en la que ocuparon varias mesas
para conversar con una representación del ciclismo de 'a pie' que poco a poco
se adueña de Madrid. Al frente, la deportista paralímpica
Eva Moral, todo un referente
de superación personal desde su silla de ruedas. Al presidente se le notaba a
gusto hablando de uno de sus deportes favoritos mientras el camarero intentaba
tomar nota a sus distinguidos clientes en medio del caos de cámaras y
guardaespaldas.
A pocos metros, la vida discurría como cualquier otra mañana
por el carril bici, atestado de ciclistas que intentaban sortear a la comitiva
que interrumpía su paseo ajenos a lo que ocurría en la cafetería aledaña. Unos
se paraban a quejarse mientras otros, al percatarse de la presencia de Rajoy,
Aguirre y
Cifuentes tiraban de la cámara del móvil para inmortalizar el
momento.
Tras el refrigerio sin presencia de micrófonos, los equipos
se subieron de nuevo a sus 'veloces' bicimotos para disputar la segunda etapa.
Cristina Cifuentes, aprovechando la ausencia de fotógrafos cambiaba de máquina
por problemas en el sillín y aprovechaba para retocarse el carmín de los labios
dispuesta a ganar la segunda etapa, con meta bajo el espectacular puente de Perrault.
Un duro recorrido de 800 metros -metro arriba metro abajo- tras el cual, ambos
equipos de Moncloa y Génova se hermanaron para pedir el voto a los madrileños,
que al fin y al cabo es de lo que se trataba.
Decenas de militantes y simpatizantes les esperaban en la
línea de meta. Desde allí, Mariano Rajoy le dio una buena razón para volver a
votar PP el 24M: con Aguirre y Cifuentes "la gente será más feliz", les aseguró
bajo el emblemático puente de Madrid Río, un proyecto de los tiempos de
Alberto
Ruiz Gallardón.
"Estoy absolutamente convencido de que cuando termine
esta legislatura con Aguirre y Cifuentes en Madrid se hará más deporte, se
usará más la bicicleta, el medio ambiente será mucho mejor y la gente será más
feliz que, a fin y a la postre, es de lo que se trata", les dijo el
presidente del Gobierno.
"Queremos que se haga deporte, es bueno para quien lo
hace y es bueno para los demás. Queremos que se use la bicicleta y además la
eléctrica requiere menos esfuerzos que hacerlo a pura pierna", explicó a
su entregada audiencia tras su experiencia a lomos de una de las motorizadas.
Estaba encantado.
El resto del mitin transcurrió por el discurso habitual de
campaña, lo de los 20 millones de trabajadores, lo de no volver al fantasma de
la crisis, que si éramos "el enfermo de Europa"...
Para culminar la jornada deportiva y recuperar de nuevo
fuerzas, presidente y candidatas se arrimaron a un camión restaurante en el que
humeaban hamburguesas, chorizos y pancetas, quizá no el menú más apropiado para
estar en forma pero la excusa perfecta para darse un minibaño de masas con las 'bases'
del partido. Que las muestras de cariño nunca vienen mal, ni siquiera a los
políticos.
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