La Unión Europea ante 2018
sábado 09 de mayo de 2015, 11:18h
El resultado de las elecciones británicas de mayo de 2015 ha
conmocionado el escenario político de los países de la Unión Europea. El
triunfo conservador ha sido evidente pero no menos lo ha sido, el
extraordinario resultado del nacionalismo escoces que obligará al Primer
Ministro a redefinir la identidad británica, históricamente plural y
necesariamente federal.
Paralelamente, el triunfo conservador británico plantea un problema
en el marco de las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea, a la que
pertenece en su vocación de mercado único pero de la que pretende participar lo
mínimo en la construcción económica y política y en el desarrollo comunitario.
David Cameron se comprometió a convocar un referéndum en 2017 sobre la
permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, promesa que ha reiterado en estas
elecciones de 2015. Le corresponde, por tanto, cumplir su promesa y previamente
emprender una compleja negociación, que satisfaga a los británicos, con
anterioridad a la referida consulta.
Está claro que la voluntad europeísta del Reino Unido es limitada.
Gran Bretaña está fuera del euro y no asume plenamente ni la Carta de Derechos
Fundamentales ni la construcción del Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia
y desde luego su desarrollo. Fundamentalmente el Reino Unido se siente fuera de los pilares
políticos de la Unión ahora integrados desde el Tratado de Lisboa y además,
concretamente, pretende limitar la libre circulación de personas, lo que ahora
constituye un derecho, uno de los principales derechos de la ciudadanía europea
tal y como se especifica en los Tratados.
La consulta no será un asunto banal. En estos momentos parece que la
población de Reino Unido está muy dividida en esta cuestión. Además el Reino
Unido no puede apelar a una solidaridad con los Estados Unidos en su intento de
plantear una posible salida de la Unión Europea. Pase lo que pase con el
Tratado de Libre Comercio que se está planteando entre los Estados Unidos y la
Unión Europea es que lo que está en juego en este Tratado que camina hacia la 10
reunión negociadora no solo un espacio común de libre comercio sino la solidificación
de una necesaria Alianza Transatlántica, que supere tiempos de disidencia y
solidifique una necesaria convergencia hacia el futuro entre ambos en el mundo
global.
Volviendo a las relaciones entre Gran Bretaña y la Unión Europea,
lo que Cameron desearía es negociar a la baja el legado comunitario, incluso su
reforma constitucional en los Tratados a través de un nuevo Tratado que
previsiblemente se realizaría al final de la presente década, es decir, durante
su mandato y evidentemente después del referéndum. Y este deseo choca con la
posición contraria que es en la que se encuentran los principales socios de la
Unión Europea.
Veamos esto. La grave crisis económica desatada desde 2008
persiste y ha dañado enormemente a los Estados de la Unión, algunos de ellos
verdaderamente necesitados de una reactivación económica pero también de una
solidaridad en el contexto de la mal llamada Unión Económica y Monetaria. Es
generalizada la idea de que la Unión Económica y Monetaria fracasó en su
necesario intento de resistir esta profunda y grave crisis económica, porque no
era tal Unión, era en todo caso tan solo una Unión Monetaria. Ahora todos
estamos de acuerdo que la Unión Monetaria debe ser completada por las Uniones
Económica, Presupuestaría y Bancaria. Pero no todos, desde luego no Gran
Bretaña.
Este sí que es un dilema, porque la Unión Europea ha caminado
desde la crisis y sobretodo desde 2010 por el camino de rehacer dicha Unión
Económica y Monetaria y así asumió el Pacto del Euro, presentó el Procedimiento
de Desequilibrios Macroeconómicos, creó la figura del Semestre Europeo para
controlar el desarrollo de la crisis y planteó el Tratado Intergubernamental de
Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria cuyo
componente fiscal es el Pacto Presupuestario. Asimismo desde 2010 creó
mecanismos temporales de estabilización con capacidad efectiva para ayudar a
los Estados en crisis y articuló un sistema de Supervisión de Banca, Bolsa y Seguros
y la construcción de una Unión Bancaria basada en tres pilares: el Mecanismo
único de supervisión, el Mecanismo único de resolución y el Fondo único de
resolución.
Y no solo ha creado todos esos instrumentos que han venido
posibilitando el sostenimiento de una situación de crisis y permitir que
verdaderamente se caminase hacia una Unión Económica sino que también ha fijado
una fecha concretamente para incluir en los Tratados, el Tratado
Intergubernamental de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica
y Monetaria en el plazo de 5 años, es decir, integrar este Tratado en los
Tratados vigentes en el plazo de 5 años. Como el Tratado se firmó en 2013
lógicamente los 5 años nos llevan a 2018. Supuestamente en 2018 se estaría
firmando por los Jefes de Estado y de Gobierno otro Tratado que entraría en
vigor en 2020 y que supondría una revisión del Tratado de la Unión y del
Tratado de Funcionamiento de la Unión vigentes desde 1 de diciembre de 2009, tras
su inclusión de los contenidos del Tratado de Lisboa de 2007.
Ahora resulta que con distintas finalidades dos opiniones
contrapuestas plantean una reforma de los Tratados, la de Gran Bretaña en la
idea de reducir el contenido comunitario y reforzar el mercado único limitando
si se puede la libre circulación constituida como un derecho. Frente a esta
idea está la de los países europeos deseosos de construir una verdadera Unión
Europea que son la mayoría de los países continentales que pertenecen a la Unión
y que requieren reformar los Tratados, entre otros objetivos para construir una
solida Unión Económica y Monetaria que refuerce su posición en el marco global
y ayude a los Estados de la Unión a defenderse de tormentas o crisis futuras
económicas y monetarias.
En el fondo estamos ante un dilema, Gran Bretaña quiere "menos
Europa" y los Estados fundadores y sus socios incluidos posteriormente en la
Unión quieren "más Europa". La pregunta que ahora se hace es, ¿a dónde va la
Unión Europea?.
Catedrático Jean Monnet ad personam
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