Iglesias y Rivera se ponen el paraguas
miércoles 06 de mayo de 2015, 14:39h
Ni el líder de Podemos, ni el líder de Ciudadanos quieren
mojarse políticamente antes de las elecciones municipales y autonómicas del 24
de mayo. Lo han escenificado de forma clara en Andalucía, con excusas mas o
menos creíbles o increíbles: el PSOE de Susana Diaz no va a cambiar o no va a
ofrecer cosas distintas a los andaluces e razón de que dimitan o dejen sus
escaños (que los van a dejar) José Antonio Gruñan y Manuel Chaves. Colocar a
lo dos ex presidentes como la puerta giratoria de los sies o los noes en los
debates de investidura es una mala excusa y una burla a los ciudadanos tan
vieja como nuestra nueva democracia.
Pablo Iglesias y Albert Rivera se han puesto los paraguas
del rechazo a cualquier pacto de gobierno o de Legislatura en Andalucía para no
mojarse ante los ciudadanos en las próximas elecciones. Quieren aparecer como
blancos e inmaculados, sin sombras, sin manchas, sin nadie que desentone en las
listas pero se les está acabando el tiempo. Su hora de asumir responsabilidades
comenzará en la madrugada del 25 de mayo cuando en 13 Comunidades Autónomas y
miles de Ayuntamientos tengan que demostrar a los que les hayan votado que sus
votos sirven para algo más que para estar en la oposición. No podrán seguir
escurriendo el bulto hasta las generales. Su desgaste sería superior a los
hipotéticos beneficios que puedan cosechar ambos líderes cuando presenten sus
aspiraciones a La Moncloa.
Como lo saben ellos y lo saben los que les acompañan
veremos pactos y acuerdos por doquier en toda España durante el mes de junio.
Pactos de Ciudadanos con el PP o con el PSOE, y pactos de Podemos con el PSOE o
de forma tripartita con los restos de Izquierda Unida. También vamos a
descubrir hasta qué punto el interés por los sillones de unos y otros predomina
sobre los programas, y hasta donde están dispuestos a llegar los dirigentes del
PP para mantenerse en el amplísimo poder
que tienen, y hasta dónde están dispuestos a llegar los del PSOE para desalojar
a los populares de ese mismo poder. Hasta dónde en los territorios hacen caso a
Mariano Rajoy, y hasta dónde en los territorios hacen caso a Pedro Sánchez. Y
sobre todo, los ciudadanos vamos a descubrir hasta qué punto llegan las
promesas de regeneración y cambio de nuestra clase política. Si de verdad
abordan su transformación o se limitan a cambiar de nombres y de siglas.
La búsqueda del bipartidismo imperfecto que comenzó en 1997 por parte de los dos grandes
partidos ha terminado en un desastre hacia los ciudadanos. Lo que populares y
socialistas creían atado y bien atado con la complicidad de los nacionalistas
vascos y catalanes se ha desatado a través de los nuevos medios de
comunicación, que son las redes sociales, y con la burocratizacion de las
formaciones, que ha sido la base sobre la que se ha montado la corrupción
institucionalizada. Cerrados a la ciudadanía, preocupados por ellos mismos,
convertidos en empresas de colocación y agotados sus programas ante el mundo
nuevo que se les ha venido encima, los partidos como vehículo de expresión de
la ciudadanía y ejercicio democrático del voto popular, necesitan cambiar con
urgencia y cambiar las reglas de juego con las que nos movemos. Los dos grandes
por responsabilidad histórico y para seguir existiendo, los nuevos y recién
llegados para demostrar que sirven para mucho más que para albergar y dar
salida al descontento ocasional de la sociedad.