El alcalde de Valladolid defiende que "desde el primer momento" pidió que se cumpliera la sentencia
lunes 27 de abril de 2015, 18:48h
El alcalde de Valladolid, Javier León de la
Riva (PP), ha negado que tuviera "ningún interés en demorar el cumplimiento de la
sentencia" o "evitar responsabilidades", ya que desde el "primer momento" se "limitó a decir que
se cumpliera", e incluso ha ironizado con que si había alguien
interesado en que las obras concluyeran era él como vecino del séptimo
piso del edificio afectado, por lo que "cuando notaba que aquello no
funcionaba llamaba y pedía explicaciones", lo que no podía era "ponerse
el casco y coger la piqueta". De la Riva se enfrenta a un delito
de desobediencia en un juicio que ha levantado
expectación vecinal y mediática y en el que el regidor, de 69 años, que
apura el final de su quinto mandato y que aspira a un sexto al frente
de la Alcaldía ha insistido, a preguntas a la fiscal, en que "hizo lo
que el dijeron que tenía que hacer".
A menos de un mes de las
elecciones y con su futuro político en juego, ya que de ser condenado
supondría su inhabilitación automática como cargo público, De la Riva ha
reiterado que "siempre preguntaba a la concejala -de Urbanismo- cómo
iba el tema, ya que las sentencias hay que cumplirlas. Esa era mi
obligación y decisión", ha zanjado.
Los hechos se remontan al
2008, cuando el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad declaró
ilegal la rehabilitación de un céntrico edificio de Valladolid, en el
que el alcalde tiene su vivienda, y obligó a restituir a su estado
original, entre otros elementos, unos trasteros convertidos en áticos,
lo que no se cumplió hasta 2014, cinco años después y tras cinco
requerimientos al regidor para que lo hiciera.
Visiblemente
incómodo ante algunas de las reiteradas preguntas que le ha hecho tanto
la fiscal como el abogado de la acusación popular sobre su
responsabilidad en el caso, De la Riva ha observado que se abstuvo en
aquellas cuestiones en las que así lo indicaron desde la vicesecretaria o
secretaria de Consistorio por ser vecino del edificio afectado por la
sentencia y firmó en las que le indicaron que así lo hiciera.
"Se cumplió la sentencia tarde,
pero se cumplió a plena satisfacción de la sala", ha argüido el alcalde
de Valladolid, quien ha reconocido que "en absoluto" le parecía normal
que se hubiera tardado cinco años en restituir la legalidad del edifico y
ha insistido en que aunque "todo el mundo quería cumplir la sentencia",
se encontraron con muchas dificultades.
Dos de los tres testigos
llamados por la defensa, un perito judicial y una arquitecta municipal,
que en principio no estaba previsto que declararan, se han centrado en
señalar esas "dificultades técnicas para cumplir con el mandato
judicial" en cuanto que había que ajustar las obras al edificio original
de 1946, del que apenas existían planos, y finalmente a los del
proyecto de rehabilitación de 2000, que contenía errores y
contradicciones.
En las conclusiones definitivas, la fiscal, que
ha pedido quince meses de inhabilitación y una multa de 3.600 euros, ha
apreciado en el alcalde una "abierta negativa a acatar la resolución
judicial", en lo que la doctrina recoge como la "retórica del
incumplimiento", que consiste en plantear proyectos para cumplir la
sentencia a sabiendas de que "no van a pasar el filtro judicial pero los
años van cayendo".
Desde la acusación popular, que ha mantenido
la petición de dos años de inhabilitación pero que ha rebajado la multa a
63.875 euros, han calificado de "auténtica tomadura de pelo" que no se
hiciera nada para cumplir la sentencia entre abril de 2008 y noviembre
de 2010, en lo que suponen no uno sino varios actos de desobediencia.
La acusación popular, que ejerce la asociación de vecinos Antonio
Machado, que ha acompañado el juicio con una protesta a las puertas del
juzgado, ha observado que las dificultades alegadas por el alcalde sólo
surgen en noviembre de 2012, cuando "se ponen a hacer las obras" y la
Fiscalía ya había formulado la denuncia por desobediencia.
La
defensa, que ha pedido la absolución, ha defendido que la sentencia está
cumplida desde 2013, "a plena satisfacción de la sala", y no ha
apreciado desobediencia en cuanto que "nunca hubo conciencia y voluntad
de incumplir el mandato judicial", no hubo "voluntad dolosa". Ha
dudado de que haya habido retórica del incumplimiento, y ha sostenido
que fueron las dificultades técnicas las que "justifican la
imposibilidad de cumplir la sentencia", porque el propio "rigor en su
cumplimiento es incompatible con la prontitud".