El hombre que pudo haberlo sido todo y se quedó en juguete roto
jueves 16 de abril de 2015, 21:29h
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DC
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'Sic transit gloria
mundi'. El altivo Rodrigo Rato, que fue vicepresidente del Gobierno,
superministro económico, director del Fondo Monetario Internacional, presidente
de la Caja más importante de España, el hombre cuyo nombre tantas veces se
barajó como posible sucesor de Aznar en la presidencia del Gobierno, entraba en
la noche de este miércoles en un vehículo policial para ser conducido posiblemente
a una celda tras pasar por su despacho, donde el registro que comenzó en su
domicilio iba a continuar. La 'policía de Montoro', al fin y al
cabo sucesor remoto de Rato al frente de los temas hacendísticos, empujó la
cabeza del detenido por presuntos fraude, cohecho, blanqueo de capitales, quién
sabe si apropiación indebida...para introducirlo en el coche que debería
llevarle a una noche en prisión.
El rostro de Rato, tan
acostumbrado al mando, era un poema, como aparece ya a estas horas en todas las
portadas. Pudo haberlo sido casi todo, se creyó con derecho casi divino a casi
todo, y se ha quedado en juguete estrepitosamente roto. Suyas son las palabras
más duras de condena al fraude fiscal, ese mismo fraude que él tan
generosamente ha practica en beneficio de sí mismo. Y este país, que condena
con mucho más rigor los delitos económicos que los de homicidio, le ha dejado
caer. Le han dejado caer su propio partido, al que ya no pertenecía, sus
propios compañeros de filas, con los que compartió días de gloria y de poder
absoluto y absolutamente ejercido.
Ha acabado definitivamente
una época. La detención de Rato es el fin de una era de corrupción. Ya nada
será lo mismo que cuando aún era posible hacerse rico en un tiempo récord, como
dijo otro superministro económico. Ya no podrán darse tesoreros que roban , tarjetas
'black' desde las que se defrauda al fisco, financiaciones
escandalosamente ilegales de los partidos, recalificaciones urbanísticas bajo
manga. Puede que todo eso haya terminado para una larga temporada. La
impunidad, como bien ha querido demostrar la sociedad -jueces, el PP, los
medios-con Rato, esa época en la que el que tenía el poder creía que todo
le estaba permitido, ha concluido.
Puede que lleguen nuevas
formas de corrupción, puede que ahora sea preciso reconstruir algunos momentos
cuestionables del pasado, y ahí tanto PP y PSOE como otras formaciones
políticas tendrán que lanzarse a un proceso de autocrítica, tan infrecuente en
este país nuestro. Pero ya nada volverá a ser como en los Bárcenas, Gürtel, ERE,
Urdangarín y tantas operaciones que han dado nombre a redes delictivas. Rato ha
marcado un 'hasta aquí llegaron las aguas fecales'. Hacemos nuestra
la máxima de Concepción Arenal, 'odia el delito y compadece al
delincuente', aunque, a veces, a algún delincuente -perdón,
presunto delincuente-- que se aprovechó en exceso de su poder resulta difícil
compadecerle.