martes 14 de abril de 2015, 13:37h
Las apariencias engañan. Lo decía el desaparecido Eduardo Galeano:
desde la perspectiva de una lombriz, un plato de espaguetis podría
parecer una orgía. Algo así está ocurriendo en el seno del PSOE a
vueltas, todavía, con el liderazgo de Pedro Sánchez. Quienes le
cuestionan y esperan al resultado de las elecciones del 24 de mayo para
endosarle la factura -a él que no se presenta- respiran por la herida de
la derrota sufrida en las primarias.
El propio Felipe González al
revelar que había optado por Eduardo Madina descubrió que no había
tenido en cuenta que el partido, los militantes, han cambiado. No sólo
por edad, que también, Sánchez representa un tipo de ciudadano
comprometido con la política de manera diferente a la militancia casi de
naturaleza religiosa que caracterizó a los socialistas (o para el caso a
los comunistas) durante el siglo pasado. Antaño, ser militante de un
partido de izquierdas era tanto como sublimar la propia vida
entregándola al servicio de unos ideales. De ahí se derivaban cosas
buenas -la abnegación, la solidaridad, asumir riesgos, incluso vivir en
peligro- y cosas menos buenas: el sectarismo, la falta de distancia
crítica respecto de las direcciones de los partidos. En nuestros días,
lejos ya de la Transición y mucho más todavía de los tics asociados a la
lucha antifascista, el militante socialista ha pasado a ser
socialdemócrata también en su forma (más relajada) de entender los
liderazgos.
Pesa menos la consideración del carisma que la objetivación
de la eficiencia o la honradez. Por su formación profesional y
trayectoria política Pedro Sánchez es un líder socialdemócrata moderno.
Competente en su profesión: es economista, habla bien en público y se
expresa con soltura en inglés. Y su lenguaje corporal refuta la etiqueta
de frialdad que le han endosado sus enemigos dentro del partido. Por lo
demás, en su discurso -a medida que lo va haciendo íntegramente suyo y
se aleja de los "papers" que le preparan algunos de sus asesores- va
ganando consistencia. Tengo para que mí que a poco que el PSOE mejore
en las elecciones municipales, Sánchez ganará las primarias que se
celebrarán en julio y será el candidato del partido para llegar a La
Moncloa. También veremos que al grueso de quienes ahora le ningunean
mirando de reojo hacia Sevilla les faltará tiempo para hacer cola en el
besamanos de después de las generales.