La tormenta perfecta del desastre andaluz
lunes 06 de abril de 2015, 09:42h
Cuando aún resuenan en las calles de las ciudades y pueblos
andaluces los ecos de las marchas procesionales en una Semana Santa calurosa
que preludia un verano seco y ardiente, en las distintas sedes de los partidos
se velan armas para encarar la próxima cita con las urnas del 24 de mayo. Los
recientes resultados en los comicios andaluces han levantado ampollas no sólo
en el PP, en Izquierda Unida y en UPyD, los grandes derrotados, sino en en seno
de algunas fuerzas que se autotitulan vencedoras.
Pero vayamos por partes. La pérdida de medio millón de votos y de diecisiete escaños
ha puesto en la picota al candidato popular a la Presidencia de la Junta, Juanma
Moreno, a quien, colegas de partido que se la tenían jurada por ser, en
teoría, el hombre elegido por Soraya Sáenz de Santamaría y Javier
Arenas, culpan del desastre. No seré yo quien salga en su defensa, entre
otras cosas porque aún en los casi dos años que lleva presidiendo el partido,
no he tenido la ocasión de cruzar con él más de tres palabras, pero me da la
impresión de que el ataque directo que le han lanzado estos días los
correveidiles manchegos de Maria Dolores de Cospedal, es más una rabieta
vengativa que un análisis pormenorizado de las causas de la derrota. Porque,
insisto, mucha parte de la culpa tanto de la abstención como del traspaso de
votos del PP a Ciudadanos, la ha tenido el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy quien solo piensa en Andalucía cuando llega la hora de pasar unos
días de vacaciones en Doñana y su secretaria general. La cuestión no es buscar
culpables, que los hay, y muchos, sino proponer soluciones para evitar que esa
continua pérdida de confianza y esa sangría de votos le pase factura a los
alcaldes que gobiernan las ocho capitales y las principales ciudades de
Andalucía. Si el PP se enfrasca ahora en luchas internas a toro pasado, en
insultos y en acusaciones fatuas, los ciudadanos huirán definitivamente de un
partido que, por mucho que haya hecho para sacarnos a los españoles del foso en
el que nos metió Zapatero, está más pendiente de conservar el poder que
de servir a los millones de españoles que lo apoyaron hace tres años.
Y si eso pasa en el PP, ya me dirán como corren las aguas en la Izquierda Unida
de Maíllo, a quien las urnas le han dejado sin escalera y colgado de la
brocha o a los muchachos de Rosa Díez que, como el Guadiana, han
aparecido y desaparecido del panorama político andaluz en un abrir y cerrar de
ojos. Si para IULV-CA el factor Podemos ha sido la puntilla a una estrategia
equivocada de conseguir sillones a cualquier coste, que los votantes no han
entendido, para UPyD, ha sido el excesivo personalismo de su líder quien ha
acabado de hundir a una fuerza emergente que se ha desinflado a las primeras de
cambio. La pregunta que muchos se hacían tras el 22M era ¿qué hubiera pasado si
UPyD y Ciudadanos hubieran concurrido unidos en las elecciones andaluzas? Pues
posiblemente que entre ambos hubiesen sacado casi tantos escaños como Podemos.
Queda una última cuestión que es la indudable victoria de Susana Díaz.
Una victoria que puede ser parecida a la que obtuvo hace tres años Javier
Arenas, esa que se llamó "la amarga victoria". Porque la
investidura de la presidenta sigue en el aire a expensas de que se expulse de
sus cargos en el Congreso y el Senado a los ex presidentes Manuel Chaves y
Pepe Griñán. Tanto Podemos como Ciudadanos han puesto esa condición sine
qua non para, al menos, abstenerse y que Susana salga elegida en segunda
votación con la mayoría simple de los diputados socialistas. Ya veremos si Pablo
Iglesias deja libertad a Teresa Rodríguez y sus parlamentarios
andaluces o si, al contrario, les obliga a apoyar a Susana a cambio de
cualquier otra secreta contrapartida.
A partir del lunes comenzamos otra batalla que va a ser crucial para el PP. El
partido en el Gobierno se juega mucho y no se puede permitir errores que, como
suele hacer Rajoy, le toquen las pelotas a los ciudadanos en momento
claves como es la declaración de Hacienda. Habrá que esperar como plantean la
campaña en la calle Génova. Yo solo le pediría a los responsables de la campaña
que, por una vez y sin que sirva de precedente, no le hagan caso a las
directrices que marque el gurú de Aznar y Rajoy, Pedro Arriola.
Que lo jubilen pronto y se vaya con su querida esposa a jugar al Candy Crush,
por fa.