Una
mujer desnuda está durmiendo sobre un colchón tirado en el suelo, apenas tapada
por una ligera sábana. A su alrededor persisten aún restos de un seguro
naufragio de la noche anterior: botellas de alcohol vacías y tiradas también
por el suelo, un cenicero lleno de colillas y un preservativo. El público se va
acomodando en sus butacas hasta que,
hecho el silencio, suena una canción algo triste que, poco a poco, parece que ayuda a
despertar a Lucía, la mujer tumbada
sobre el colchón. La luz parece que reclama que abandone la horizontalidad y, con esfuerzo, se
levanta, se pone la ropa interior
después de olerla y comprobar que puede volver a usarla -quizás hasta
que vaya a darse una ducha, que ahora no toma-. Va al cuarto de baño y vuelve
vestida y baila obsesivamente al ritmo de otra canción algo más movida... De aquí
en adelante, las subidas y bajadas de
humor de Lucía son constantes y van desde la esperanza hasta la depresión...
Así
comienza 'Las plantas', un monólogo
escrito y dirigido por el argentino Pablo Messiez, y
protagonizado por una actriz de la que el
porteño se enamoró nada más verla y para quien escribió este monólogo
que Estefanía borda.
Hablar, hablar,
hablar...
Seis
plantas rodean ese desorden en el que habita Lucía (una planta muy frondosa y
otra casi seca) y esta acaba lanzando contra el suelo una séptima, un cactus, posiblemente el
regalo del amante que ha pasado la noche con ella. A partir de ahí, las plantas
cobrarán el protagonismo con la mujer, que no para de hablar con ellas: "Pero... ¡¿será posible?! ¡¿Te has bebido ya toda el agua, borracha?! ¿Te
parece normal que te ponga medio litro en el plato antes de irme al teatro y
que cuando vuelva tengas la tierra seca? Tú sigue así, que pronto no vas a
caber ni en la maceta".
La
soledad, la depresión, la tristeza, la necesidad de no parar nunca de hablar,
de agarrarse a un clavo ardiendo, y las
constantes subidas y bajadas de ánimo,
de una felicidad anhelada y nunca plenamente
alcanzada, y la bajada al abismo de la depresión, la sonrisa
vitalista y el llanto imparable se
suceden durante los 70 minutos de duración del montaje de Messiez.
Muy
pronto Lucía abandona el diálogo con sus plantas que parecen pasar olímpica o
vegetalmente de ella, y entonces encara un diálogo con el público, con cualquier ser humano que
Lucía tenga enfrente. Porque, lo que queda claro desde el principio en ese
diálogo que Lucía (en realidad, Messiez)
comienza como una metralleta que no deja de disparar palabras, ideas,
pensamientos, emociones, es que, aunque las plantas sean seres vivos, su
proceso de fotosíntesis no es lo más importante. Lo que de verdad importa es la
búsqueda del diálogo, que, bien entendido, empieza por decirse las verdades a uno
mismo.
Por eso la
protagonista de 'Las plantas' cuenta a quienes tiene enfrente
cuáles son sus fórmulas preferidas para
salir de su soledad, de su
ensimismamiento: pasear al lado del río, tomar helados de fresa, solomillos poco hechos, casi sangrando, tener los amantes a pares (no quiere que crean que va a enamorarse de
ellos), las huellas imborrables de su
esperma extendidas por el colchón y aledaños... Y, sobre todo, Nina Simone
extrayendo del piano las notas más
salvajes, de su breathiness, 'I wish I knew how it would feel to be free' (Ojalá supiera
como sentirme libre).
El Festival
Fringe 2012 de Madrid la vio nacer; ya creciditas, 'Las plantas' dieron el salto a la Sociedad Cervantina y a la Sala
Mirador, para acabar desembocando en el Off del Teatro Lara desde mediados de
marzo pasado. El nombre del autor y
director de esta obra se ha hecho ya un hueco en el teatro madrileño, sobre
todo después de su paso por la Sala de la Princesa del María Guerrero en su
montaje de 'La piedra oscura', de
Alberto Conejero (http://www.diariocritico.com/ocio/teatro/critica-de-teatro/la-piedra-oscura/471579), pero esta pieza que nos ocupa
ahora, aparentemente tan sencilla, encierra un sinfín de matices que Estefanía
de los Santos ha sabido exprimir y manejar con la sabiduría de quien lleva dentro una actriz espléndida,
y con una voz grave y agitanada que dota de una emoción desbordante todo lo que
dice.
Una pieza corta, pero
intensa, como la vida misma que se desparrama por la habitación desordenada y
revuelta de una perdedora solitaria, que
se agarra al menor atisbo de vida -el primero, sus plantas- para salir de ese
pozo sin fondo que es la depresión. Y con un gesto y una voz, la de Estefanía
de los Santos, que uno no olvidará nunca.
'Las plantas', de Pablo Messiez
Interpretada por Estefanía de los Santos
Todos los jueves a las 20:15 h en el TEATRO LARA.