Ayer
celebramos El Día Internacional de la Mujer, que conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Un esfuerzo
más que reconocible después que hace poco más de una semana salieron a relucir
las enormes desigualdades que, un país teóricamente avanzado como es el
nuestro, existen en cargos públicos y directivos de empresas privadas, donde
las mujeres ocupan papeles secundarios.
Secundarios en cuanto a la nomenclatura, pero no en
cuanto a la acción. Y este fin de semana
ha quedado más que evidente. Mientras los hombres- presidentes- cruzan el
"charco" o se meten de lleno en el barro, las mujeres se remangan y toman el
poder.
Y en nuestro
país quedó claro y manifiesto que las mujeres mandan, y cada vez más. Ha sido
el fin de semana de la mujer. Sobre todo el de una, la lideresa Esperanza Aguirre, que tras haber
logrado que Mariano Rajoy, con el
que mantiene una distraída amistad y compañerismo, aceptara su candidatura y su
vuelta a la primera línea de la escena política como futurible alcaldesa de
Madrid, hizo una "aguirrerada"
queriendo imponer sus condiciones, y además lo hizo de manera pública y
notoria.
El viernes
ya arrancaba mal. Por fin el PP emite un
comunicado en el que se "decide" por su dueto femenino para optar a la siempre
generosa con ellos, plaza de Madrid- Junto con la de Valencia es el
territorio más suculento para los populares-. El comunicado parece ser emitido
con nocturnidad y temer. Pasadas las 20:00
horas de un caluroso viernes. Parecía
más bien que las candidatas no eran estrellas de cartel donde su anuncio fuera
aplaudido frente a Génova durante horas.
Con el presidente rumbo a Guatemala- para Nueva Zelanda no quedaban vuelos- deja que sea su
secretaria, perdón, la Secretaria
General del Partido, otra mujer, Maria Dolores
de Cospedal, quien comunique la decisión, cierre las condiciones, y capee
el presumible temporal. Sabemos que el presidente se siente intimidado ante la
confrontación más allá de la protección de los leones del Congreso. Siempre
opta o por el plasma si le "pilla" en palacio o por realizar comunicados desde
otras latitudes-pasó con la multitudinaria manifestación de Podemos. Y más aún
ante la lideresa más activista. Dicen
que ante la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, el señor Rajoy acentúa una
leve tartamudez cuando se ve avasallado por el carácter decidido y resolutivo
de la condesa de Bornos. Ya ni
monta en ningún medio de transporte en compañía de Esperanza Aguirre-
recordemos el incidente del helicóptero-. Pues bien, el fin de semana de la mujer ha sido muy activo para las líderes
del PP. Ambas, y con el teléfono en continua conferencia, la número dos del PP ha tenido que enfrentarse a la número uno para
gran parte del electorado popular. Y Rajoy en ultramar, como dijo él,
zanjando el tema. ¿Habrá reunión para tirar de las orejas a Esperanza por sus
desaires? Imagino que no.
Finalmente
esta crisis de asimilación de cargos públicos ha finalizado con una "rendición"
de Esperanza Aguirre, asumiendo que si gana la alcaldía cederá su sitio como
presidenta del PP regional. ¿Todo esto
para qué?: ¿Si ahora Esperanza pierde será fracaso de quién, de ella? ¿Si
gana será éxito del PP? Parece que será una batalla interna dentro del PP entre
si se logra la alcaldía o se destierra a la lideresa que más manda sin mando.
Mientras,
uno de los protegidos de Esperanza Aguirre, el actual presidente de la
Comunidad de Madrid, Ignacio González, está herido de muerte política. La
filtración de las conversaciones en las que pide "ayuda" a los comisarios le
deja en un abismático lugar, del que apostemos si quieren, no habrá ningún
bombero popular en su ayuda, ni el experto Monago, ni nadie de Génova defenderá
su honorabilidad. No era el día de los hombres.
Está claro
que ha sido el día de la mujer,
donde una vez más ha demostrado en este país que sin necesidad de ser
presidentas de naciones ni partidos, acaban tomando las riendas de las
situaciones. Un merecido homenaje a través de un sainete que empezó con
nocturnidad y ha acabado con luces y taquígrafos.