El presidente madrileño, profundamente abatido, se encierra en su domicilio
sábado 07 de marzo de 2015, 00:11h
Tocado y hundido. Ignacio González estaba anoche
profundamente abatido tras verse fuera de la carrera electoral, según
comentaron algunos de los muchos -más que hace una semana- que le llamaron para
darle ánimos. En vano.
El presidente madrileño se encerró en su domicilio sumido
en un profundo abatimiento desde que se hizo pública la noticia y en un último
esfuerzo difundió unas declaraciones en las que al mismo tiempo que reprochaba
a sus compañeros de partido que se dejasen llevar por la campaña orquestada en
su contra, tranquilizaba a quienes esperaban que fuese a morir matando.
Tras una semana defendiéndose a capa y espada, González -y buena
parte del PP de Madrid- creía tener asegurada la candidatura. Más aún cuando la víspera se confirmaban otros candidatos
sobre los que recaen de una u otra forma escándalos que él considera
equiparables o incluso más graves que el generado por su famoso ático. Creía
que ante un ataque tan furibundo como el que él ha sufrido, Rajoy demostraría
que no se deja influir y recibiría la ansiada llamada de María Dolores de
Cospedal.
El problema de González, explican en otros mundos del PP que
miran con espanto la batalla de Madrid, es que no ha querido entender que el
ático marbellí no ha pesado tanto como las encuestas. Como Tomás Gómez, era un
candidato imposible.