Artur Mas sigue en sus trece. El presidente de la Generalitat ha
insistido hoy reiteradamente durante la sesión de control
parlamentaria en que la celebración de unas elecciones
plebiscitarias en septiembre "es el único camino que le queda
al pueblo catalán" para definirse sobre la independencia. Sobre
todo, después de que la semana pasada el Tribunal Constitucional
falló que el pseudo referendo del 9 de noviembre era ilegal y anuló
algunos artículos de la Ley de Consultas Populares catalana.
Ante la insistencia presidencial, el líder del PSC,
Miquel Iceta,
ha demandado a
Mas que se avenga a redactar una ley electoral "para
que todos los votos valgan igual", poniendo en evidencia que no
se puede celebrar un plebiscito si los sufragios de las comarcas del
interior valen más que los de Barcelona. En Cataluña, no hay
todavía ley electoral propia. Se aplica la española, que beneficia
a los votantes de las zonas más despobladas de tal manera que es más
fácil conseguir un escaño en Lleida o Girona que en Barcelona.
Esta desproporción es tan acusada que, por ejemplo, en las
elecciones de 1999, el PSC obtuvo más votos que CiU y, sin embargo,
los nacionalistas ganaron las elecciones con cuatro escaños más que
los socialistas. Ahora, ante el supuesto plebiscito que plantea Mas
surge la duda de cómo se computará el resultado, pues cabe la
posibilidad de que las fuerzas no independentistas sumen más votos,
pero menos escaños que las secesionistas.
Y aunque la petición de Iceta no sea atendida y el actual sistema
electoral, que beneficia al secesionismo, se mantenga, las cosas no
pintan bien para los separatistas. Una encuesta publicada hoy por El
Periódico desvela que el independentismo se desinfla y que la suma
de escaños de CiU, ERC y la CUP podría no alcanzar la mayoría
absoluta.
Según ese sondeo, la apuesta de Mas por el independentismo podría
salirle muy cara a CiU, ya que el partido que fundó
Jordi Pujol
pasaría de los actuales 50 escaños a quedarse sólo con 31 ó 32.
No sería la primera vez que un adelanto electoral le pasa factura a
Mas. En 2012, el president anticipó los comicios con idea de
conseguir una aplastante mayoría absoluta, pero la jugada le salió
tan mal que perdió 12 diputados, se quedó en los actuales 50 y tuvo
que pactar con ERC con quien, pese a ese pacto, mantiene unas turbias
relaciones.
Los republicanos serían la segunda fuerza en el Parlament, según
la encuesta de El Periódico, pero su subida no es demasiado
destacable. El partido de
Oriol Junqueras pasaría de los 21 escaños
actuales a tener 27 ó 28 representantes en la Cámara catalana. Poca
cosa para un partido que esperaba ganar las elecciones, convertirse
en el relevo de CiU y capitanear el proceso hacia la independencia de
Cataluña.
La encuesta sitúa a Ciutadans en tercera posición con un alza
considerable al pasar de nueve a 23 ó 24 diputados. Le seguiría el
PP, que baja de 19 a 12 ó 13. Además, en el Parlament irrumpiría
con fuerza Podemos con 11 o quizá 12 parlamentarios, que conseguiría
a costa del PSC. Los socialistas, que tradicionalmente han sido el
único partido capaz de hacerle sombra a CiU en Cataluña, se
hundirían al perder unos 10 escaños y pasar de los 20 actuales a
tener sólo 10 u 11 diputados.
De acuerdo con este sondeo, en el Parlament, que cuenta con 135
escaños, estarían presentes hasta ocho fuerzas políticas, pues la
CUP tendría entre nueve y 10 diputados e ICV sobreviviría al efecto
Podemos conservando ocho o nueve de los 13 representantes que tiene
en la actualidad. El panorama es desolador de cara a la
gobernabilidad de Cataluña, pues la política de pactos se dibuja
muy compleja al yuxtaponerse el eje izquierda-derecha con el eje
nacional.
CiU y ERC podrían aliarse, pero quedarían lejos de la mayoría
absoluta. La CUP podría echarles una mano para declarar la
independencia, pero no para gobernar, porque sus postulados radicales
están muy alejados de los tradicionalistas de CiU. Tampoco serían
suficiente que Ciutadans, PP y PSC aunasen fuerzas para formar
gobierno y es imposible que Podempos e ICV, que no son
independentistas, pero sí están a favor del derecho a decidir, se
sumen a una propuesta que incluya a los populares.
Con este panorama, Cataluña quedaría abocada a la
ingobernabilidad y, muy posiblemente, a la repetición de los
comicios.
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