miércoles 04 de marzo de 2015, 09:47h
Queda al gusto del lector sopesar
hasta qué punto la buena marcha de los mercados financieros presupone que la
economía real sigue similar pauta, pero hoy día es aceptado sin demasiada
discusión que el que los mercados marchen bien es un instrumento que los
bancos centrales utilizan y alientan para que la sensación de riqueza desanime
el ahorro y estimule el consumo y el crédito. Qué mejor ejemplo que
cerca del 65% de las emisiones de bonos alemanes se hagan a tipos
negativos, proporción que apenas baja en Holanda, Francia, Austria, Bélgica
o Finlandia. Y no es por su disciplina fiscal. Tan solo es consecuencia de que
hay un gran tonto dispuesto a comprar y que va a hacerlo. Solo compro algo en
lo que si me quedo voy a perder dinero, si creo que puedo colocárselo antes a
alguien a mayor precio del que lo compré. En eso consiste la QE y aunque
carezca de lógica, convivimos con naturalidad con situaciones cuya
sostenibilidad es dudosa. Más natural nos parece el alza de la renta
variable, en valores record como el S&P 500, y sin embargo casi la
mitad de los beneficios de las empresas que lo conforman viene de fuera de los
EE.UU., es decir, soportan las consecuencias de un dólar fuerte. No lo parece,
pero la economía norteamericana está flojeando, mientras que la japonesa
y la europea ofrecen un mejor pulso. Hay que ver la cantidad de cosas en las
que apenas rasques te das cuenta de que siempre es mejor desconfiar un poco.