De Falcon Crest a Carlos Cano
viernes 27 de febrero de 2015, 11:08h
Si para algo ha servido en reciente debate sobre el estado
de la Nación es para poner en evidencia a algunos diputados que pese a sus
decenas de años de veteranía, o a lo mejor precisamente por eso, nos hacen
sentir vergüenza ajena de ser andaluces. Si lo de la malagueña Celia
Villalobos jugando al Candy Crush en plena intervención presidencial, es
para requisarle la tablet a perpetuidad, lo del diputado socialista granadino Manolo
Pezzi envolviéndose en la bandera andaluza como si fuese un supporter del
Gol Sur del Betis defendiendo la violencia de género, clama al cielo. Y clama
al cielo porque quienes conocemos a Pezzi desde que llegó al Parlamento andaluz
procedente del Ayuntamiento granadino, a mediados de los años 80 del pasado
siglo, sabemos de sobra hasta donde llegan sus aspiraciones andalucistas, que
no van más allá de seguir chupando de la mamela del escaño el mayor tiempo
posible porque ya sabemos que fuera de la política hace una hartá de
frío.
Por si no lo saben, Manolo Pezzi fue portavoz del Grupo Socialista en la
Cámara andaluza entre 1984 y 1988, consejero de Medio Ambiente y de Educación
en el Ejecutivo de José Rodríguez de la Borbolla y Coordinador de aquel
invento de la Segunda Modernización de Andalucía que nunca sirvió para nada
además de para pagarle un buen sueldo al ínclito, al que cuando los periodistas
le preguntaron qué era lo que iba a hacer, afirmó que le pagaban pon pensar. Y
se quedó tan ancho. Pero si por algo es conocido Manolo Pezzi es por
aquella petición que hizo para que los Plenos del Parlamento andaluz se
retrasaran con el fin de que los diputados pudiesen ver completos los capítulos
de la serie americana de sobremesa sobre la familia bodeguera de Angela
Channing, ya saben, Falcon Crest. Pezzi cambió a el vino de Napa por la
blanquiverde de Carlos Cano y se quedó tan pancho.
Bueno, pues este mismo Pezzi, al que casi todo el mundo daba por desaparecido
dado su silencioso paso por el Senado y el Congreso de los Diputados quiso el
otro día ganarse su minuto de gloria y hacer méritos ante Susana y dio el mitin
chabacano de envolverse en la bandera andaluza como si él hubiese defendido
alguna vez un proceso autonómico que el PSOE siempre se la ha traído al fresco.
Tan ridículo fue que hasta sus compañeros de bancada, en lugar de aplaudirle o
apoyarle prefirieron mirar para otro lado. Solo Susana, que había pedido el día
de antes a Rajoy que no se utilizara el nombre de Andalucía en el debate
como alegato electoral, fue la que alabó el gesto del compañero Pezzi.
Vamos que todo estaba más que preparado por los asesores de Susana porque en
política todo vale, aunque sean vergonzosas chorradas como las del diputado. Al
fin y al cabo Pezzi no hizo otra cosa que imitar lo que hace Susana y
han hecho sus predecesores todos los días, es decir, confundir al PSOE con
Andalucía y los intereses del partido con los de todo el pueblo andaluz. Cuando
Rajoy critica a la presidenta andaluza, Susana grita que está insultando
a Andalucía. Y así nos va.
Viene todo esto a cuento de la celebración este sábado del Día de Andalucía. Un
día que conforme pasa el tiempo y los gobiernos, va perdiendo su propia razón
de ser. Aquí ya casi nadie se acuerda que hubo un 28 de febrero de 1980 en el
que los andaluces optamos por refrendar una autonomía de primera pese a la
oposición del Gobierno de la UCD y a aquella complicada pregunta: "¿Da
usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo 151
de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido
en dicho artículo?" Ya me hubiese gustado a mí que Artur Mas hubiese
planteado en su referéndum catalán una preguntita parecida. Bueno, pues han
pasado 35 años con ininterrumpidos gobiernos socialistas, y aquí seguimos
igual, a la cabeza del paro y a la cola del desarrollo. Vamos, como para
envolverse encima en la bandera blanquiverde, no te jode el salvapatrias.