Cada día que
acudo al teatro me gusta más. Es verdad que hace falta un texto (imprescindible, sin él no hay nada
más que hablar), una escenografía, un ambiente sonoro, una iluminación
apropiada a cada escena... Y, sobre todo, una voz, un cuerpo, un actor que, como Andrés Requejo, sepa utilizar todas esas
herramientas como si no existiesen. Dirigido por Carlos Alonso Callero, Requejo
conduce suave pero inexorablemente al espectador a introducirse de cabeza en la historia. Y ¡Dios mío, vaya si lo hace!
'Elegy' es un texto escrito por Douglas Rintoul, basado en las entrevistas a
refugiados iraquíes en Siria, a quienes escuchó -y retrató- el fotoperiodista Bradley Secker. Requejo, además
de interpretarlo primorosamente, ha
traducido también el texto. Es una historia de amor que surge en
la más tierna infancia entre un hombre
que nos cuenta su amistad profunda con J, su mejor amigo, que finalmente acaba muriendo víctima de la
intransigencia, del fanatismo y la guerra. Hasta casi el final del monólogo
(aproximadamente 75 minutos de duración), no se sitúa geográficamente el lugar
donde discurre la historia. Es el Irak posterior a la invasión americana y
europea después de haber derribado del poder a Sadam Hussein. Da lo mismo.
Podría haber sido cualquier otro país y de cualquier otra latitud porque nada
está nunca lejos de nadie.
Basta
una silla
Y para contar un
camino personal tan íntimo, profundo y desgarrador, sobre la escena, además del
protagonista, no hay más que una silla. No hace falta más con la fuerza
interpretativa de Andrés, su gestualidad, su movimiento de manos, de cuerpo, que
lo mismo muestra como un niño es
obligado a escribir con la mano derecha
(la izquierda solo la usa el diablo), que danza frenéticamente en una
discoteca, nada inseguro en las negras aguas de un río, alcanza el hueco por
donde pasa algo de aire en un camión en donde huye hacinado con otras decenas
de compatriotas, ocupa una mínima celda
en un campo de internamiento junto a otros dos reclusos, es interrogado en una
aduana, o está a punto de ahogarse cuando está siendo torturado con la
cabeza dentro de una bolsa de plástico...
Todo eso es
posible, además del trabajo del actor y el director del montaje, cuyos nombres
ya hemos citado, gracias al resto del
equipo artístico: el diseño y construcción elemento escénico, más que
minimalista de Matías Carbia; el espacio sonoro y la música original de David
Bueno; el movimiento escénico de Fredeswinda Gijón y la iluminación y grafismos
de Marta Cofrade.
'Elegy' es uno de esos monólogos que va
mucho más allá de la denuncia social o política de un país, una situación
social o, incluso personal. Es un grito desgarrador que, desgraciadamente,
puede oírse en cualquier tiempo y lugar, y que ha sabido modular en la más
justa medida un actor soberbio, Andrés Requejo. Un estandarte
extraordinario en el que se sustenta un montaje imprescindible en la escena madrileña. Lo
tiene todo: es estremecedor, sobrecogedor, turbador, dramático, palpitante,
íntimo, poético y, por encima de todo ello, humano.
El montaje ha
pasado por Nave 73, pero ahora puede verse en la sala Mirador (Doctor Fourquet,
31, muy cerca del metro Lavapiés), al menos hasta principios de marzo, de
jueves a domingo.