El líder democristiano no disimuló su enfado ante esta traición y el viernes, en la carta semanal que publica en su blog arremetió contra sus socios de CDC tildándolos de "irresponsables".
Duran explicó que existía un pacto para que todos los diputados de CiU votasen a favor de la admisión a trámite, pero que en el último momento, los parlamentarios de CDC recibieron una llamada de Barcelona en la que se les ordenó que
se desmarcasen de Unió en la votación.
Hoy se ha celebrado la primera reunión de la ejecutiva de CiU desde que estalló el conflicto y el interés era máximo. ¿Acabaría el desencuentro en ruptura? No. La sangre no ha llegado al río. Duran y
Mas se han fumado la pipa de la paz y han decidido pasar página. Ambos partidos han atribuido la crisis de la ruptura de la disciplina de voto a un "malentendido".
CiU permanecerá unida, pero nadie puede vaticinar por cuánto tiempo. Las tensiones entre ambas formaciones, que están federadas, son públicas y notorias. Los convergentes han hecho una apuesta clara por la independencia de Cataluña. Los democristianos son partidarios de impulsar una España confederal. La ruptura podría llegar cuando se acerquen las
elecciones catalanas, previstas para el 27 de septiembre, pues casi todos los analistas dan por hecho que Duran no rubricará un programa electoral de CiU que lleve la secesión como punto principal.
Lo que ya no está tan claro es qué pasará después. Es posible que Duran presente una candidatura propia, pero eso es arriesgado, porque Unió, que siempre ha vivido a la sombra de CDC, desconoce cuál es su verdadera implantación entre la sociedad catalana. Tampoco es descartable que el partido de Duran se coaligue con el PP. La idea de que populares y democristianos sumen fuerzas al estilo de la Unión del Pueblo Navarro planea sobre la política catalana desde finales de los años noventa.
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