miércoles 04 de febrero de 2015, 08:09h
Para
algunos cinéfilos, la "ambición rubia" no es otra que Marilin
Monroe, para otros es la cantante Madonna, pero para los andaluces
la ambición rubia tiene un nombre Susana y dos apellidos Díaz y Pacheco,
es trianera de nacimiento y no es otra sino la superpresidenta de la Junta de
Andalucía. La señora, que no ha sabido hacer otra cosa en su vida que vivir por
y de la política desde los dieciséis años, acaba de cumplir cuarenta, está
embarazada de cuatro meses y se está preparando para afrontar su primer reto
importante, enfrentarse a las urnas, algo que nunca ha hecho. Resulta cuando
menos curioso que Susana haya llegado hasta donde ha llegado, nada más y nada
menos, que a presidir los Consejos de Gobierno de la Junta en el imponente
Palacio de San Telmo sin que nadie la haya votado jamás, sin el necesario
respaldo del pueblo que es algo inherente a las democracias. Será por eso por
lo que le ha entrado de repente tanta prisa en disolver el Parlamento y
convocar con toda la urgencia posible, como si estuviera a punto de romper
aguas, las elecciones andaluzas para el próximo 22 de marzo. A ella le da igual
ocho que ochenta, le da lo mismo que los andaluces nos gastemos doce millones
de euros en unos comicios en solitario cuando podríamos habérnoslos ahorrado si
hubiese esperado un par de meses (tampoco es tanto después de aguantar durante
tres años a los socios de IULV-CA) hasta el 24 de mayo y hacerlas coincidir con
las municipales. Dicen los expertos que ha sido un antojo. Yo hubiese preferido
que le apeteciese mejor unas gambitas de Mariscos Emilio, una pringá de la
Bodeguita Romero o un menudo de Casa Cuesta, pero qué le vamos a hacer.
No sé si han podido ver las dos encuestas que han publicado el pasado fin de
semana sendos diarios nacionales, el ABC y El Mundo, sobre las elecciones
andaluzas. Aunque yo no me fío mucho de los sondeos dados los precedentes en
esta tierra, ambas coinciden en darle la victoria al PSOE que conseguiría en
torno a 45 escaños mientras el PP lograría unos cuarenta. IULV-CA obtendría 7 u
8 y Jodemos, perdón, Podemos, entre 15 y 17. Ninguno de los dos grandes
partidos, por lo tanto, se haría con la mayoría absoluta, 55 diputados, con lo
que caben dos posibilidades, o que pacten entre sí o que alguno de los dos se
alíe con ese incómodo socio que pueden ser los muchachos de Pablo Iglesias,
algo harto improbable en estos momentos tanto para Susana Díaz como para
Juanma Moreno. Una tercera vía sería dejar que gobernase el partido más
votado, en este caso el Socialista, y que contase con apoyos puntuales del PP o
de Podemos, según el caso, en asuntos claves como la aprobación de los
presupuestos. Ello supondría una especie de arriegado juego de funambulísmo
político que conduciría casi sin remedio a la convocatoria de otras elecciones
anticipadas en breve espacio de tiempo. Y ha mí me parece que el país no está
para más citas electorales en este año que, con las catalanas en otoño, vamos a
salir de campañas hasta la mismísima coronilla.
Por todo ello me parece a mí que el caprichoso adelanto electoral de Susana
Díaz mintiendo descaradamente a sus súbditos andaluces, es una especie de
órdago a las grandes que espera ganar antes de que, por un lado, mejore
ostensiblemente la situación económica y suba el todavía escaso conocimiento
del candidato popular, y por otro antes de que el fenómeno Jodemos, perdón,
Podemos, que en Andalucía tiene en contra la escasa habilidad política de sus
dirigentes regionales y sus continuas meteduras de pata, alcance una mayor
presencia. Con todos mis respetos me da la impresión que Susana lo ha apostado
todo al 22, rojo y par, creyéndose lo que le cuentan sus asesores y cogecosas
sobre su indudable liderazgo. Es cierto que el tirón Susana, por primera vez,
va a pesar en esta ocasión más que la marca PSOE, pero la pregunta es ¿será
suficiente para alcanzar esos cincuenta diputados necesarios para gobernar
aunque sea de nuevo con el apoyo Izquierda Unida? Lo dudo. El órdago le puede
salir caro a la "ambición rubia" y de camino a todos los andaluces
que nos vamos a ver metidos en un verdadero lío sin comerlo ni beberlo. Al
tiempo.