La
hepatitis C está causada por el virus C de la hepatitis -capaz de sobrevivir fuera del organismo entre 16 horas y 4 días a temperatura ambiente- y consiste, por lo general, en la inflamación y destrucción del hígado, si bien también puede afectar a otros órganos como el riñón, las articulaciones, vasos sanguíneos, tiroides, glándulas salivares, mucosas o la piel. Sin embargo, no todos los portadores del virus presentan síntomas, ni todos los que padecen la enfermedad la cursan de igual modo.
El doctor
Vicente Carreño recuerda que existen diversos grados de enfermedad hepática por este virus (F0, F1, F2, F3 y F4), siendo los grados de F0 a F2 son muy benignos, el F3 (precirrótico) y F4 (cirrótico) de peor pronóstico. Tras la infección, con el paso de los años se va pasando de F0 hasta F4, aunque hay pacientes que nunca pasan de F0 y se les considera portadores con hígado sano. No obstante, si evoluciona mal, la hepatitis C puede terminar en cirrosis hepática y cáncer de hígado.
40 años después del contagio
La principal vía de contagio es por contacto con sangre (transfusiones, compartir jeringuillas...), si bien también se puede trasmitir de madre a hijo y por vía sexual. No obstante, el desde el momento del contagio hasta que se desarrolla la enfermedad en su grado más grave pueden transcurrir alrededor de 40 años y en muchas ocasiones es muy difícil diagnosticar la enfermedad.
"La mayoría de los pacientes (90%) no presentan ningún síntoma y esto dificulta el diagnóstico. En las fases más avanzadas se puede notar cansancio, dolor en hipocondrio derecho (parte baja de la costillas derechas), coloración amarilla de conjuntiva, orina oscura, hinchazón abdominal, encefalopatía (desorientación) y hemorragia digestiva", nos explica el doctor Carreño que insiste en alejar la estigmatización del enfermo. "En una vida laboral o familiar (siempre que no haya contacto con sangre) no se contagia. Es decir, no hay ningún problema en la convivencia normal (contactos con su piel, por aire, respiración, compartir vasos, besos, etc.)".
TratamientosActualmente existen tratamientos eficaces que pueden eliminar el virus aunque posteriormente hay que hacer un seguimiento del paciente para comprobar si el hígado vuelve a ser normal al cabo de años. Los nuevos fármacos "destruyen estructuras del virus" y "pueden curar de media a alrededor del 90% de los pacientes aunque esto puede variar dependiendo de las características de cada enfermo", relata el doctor Carreño.
Además, al margen del tratamiento farmacológico también existe una serie de hábitos que los pacientes deben tener en cuenta para corregir los factores de riesgo que pueden disminuir el desarrollo de la enfermedad al margen de prohibir de forma absoluta el alcohol y el tabaco altamente perjudiciales.
Esto es, realizar al menos tres horas de ejercicio físico semanales y atender al sobrepeso, el colesterol, los triglicéridos y la glucosa porque el exceso de grasa en el hígado es muy perjudicial para la inflamación del órgano.
En cuanto a la alimentación, se ha demostrado beneficiosa la ingesta de 2 a 5 cafés diarios, especialmente en pacientes con aumento de ferritina (proteína que transporta el hierro), las flebotomías (extracción de sangre) junto con la limitación de alimentos con alto contenido en hierro.
Lea también:-
Afectados por la hepatitis C piden a la UE un fondo de urgencia para el tratamiento-
Los médicos alertan del posible colapso del sistema por los abusivos precios de los medicamentos