jueves 29 de enero de 2015, 08:03h
Todos nos
preguntábamos el por qué de las prisas de la superpresidenta de la Junta, Susana
Díaz, por romper el pacto de gobierno con IULV-CA, disolver el Parlamento y
convocar cuanto antes las elecciones andaluzas. Todos especulábamos con
desconocidas encuestas que le diesen como ganador al PSOE, con luchas
intestinas dentro del partido para hacerse con las primarias, con las amenazas
del referéndum deMaíllo, con estrategias para desbancar de la secretaría
general a Pedro Zapatero Sánchez, incluso con que fuese un antojo
de su reciente embarazo y que utilizase electoralmente ese estado de buena
esperanza. Pero hete aquí que, por fin, ha cantado la gallina. Resulta que
todas estas prisas, esas urgencias no eran sino una excusa para no tener que
afrontar directamente la imputación (ya no sirve la extraña preimputación de la
juez Alaya) por el Tribunal Supremo de sus predecesores. los ex
presidentes Manuel Chaves y de su padrino Pepe Griñán,
por el escandaloso asunto de los EREs fraudulentos.
A Susanita se le ha visto el
ratón que escondía bajo las alfombras del Palacio de San Telmo Y que no
era otro que intentar tapar ese tufo de corrupción institucional generalizada
que la persigue desde su toma de posesión. Porque resulta que, además de Chaves y Griñán,
el Supremo también da por imputados a la ex presidenta del Parlamento y ex
consejera, Mar Moreno. al ex vicepresidente de la Junta y actual
diputado, Gaspar Zarrías y, el más importante para ella, a el
ex consejero de Trabajo y ex secretario general del PSOE de Sevilla, José
Antonio Viera, con quien Supersusana mantuvo una cercana
relación política cuando en algunos pueblos de la Sierra Norte sevillana
alcaldes, concejales y altos miembros del PSOE se hicieron de oro con el dinero
que, al menos en teoría debería de haber estado destinado los parados.
Supersusana daba por hecho que el Supremo, enfrascado en casos más
importantes, iba a dilatar unas semanas el asunto de los EREs y pensaba que la
toma de declaración de Chaves y Griñán, que sería
todo un revés para el PSOE en cualquier campaña electoral, se pospondría
hasta después del 22 de marzo, fecha de las elecciones andaluzas. Esta
tesis se mantiene vigente porque, aunque el TS los considere
"imputados" ello no quiere decir que aborde la instrucción de
la causa ya que es una norma no escrita pero aceptada que las decisiones del
Alto Tribunal no afecten a los procesos electorales. Así que la superpresidenta
puede respirar tranquila porque, pese al reconocimiento implícito de la
imputación, lo más lógico es que el Supremo no aborde el meollo del caso hasta
después de los comicios autonómicos e incluso las municipales.
Con sus ex consejeros Vallejo, Aguayo, Ávila y Recio,
blindados por el aforamiento en la Comisión Permanente de la Cámara andaluza, y
con Chaves, Griñán, Zarrías, Viera y Moreno,
en espera de ser citados a declarar por el Supremo, Susana tiene
las manos libres para hacer la campaña a la Presidencia de la Junta sin que le
salpique el tan temido escándalo de los EREs. La decena de altos cargos
importantes del PSOE imputados por Mercedes Alaya seguirán en
espera de que la Justicia cumpla con su deber, mientras ella, la incomparable,
la excelsa, la suprema Susana, afronta sin molestas rémoras su
necesario enfrentamiento con las urnas que le conceda ese respaldo del que aún
carece. Repito, como decía alguien, ·todo está atado y bien atado".