La decadencia social y política de la España del XVII envuelta en una historia de amor en 'La puta enamorada', de Chema Cardeña
miércoles 28 de enero de 2015, 19:45h
Felipe IV (1605-1665), fue rey de España desde que tenía 16 años hasta la misma fecha de su muerte y en su reinado tuvo lugar uno de los procesos más claros de decadencia y deterioro de la Monarquía Hispánica. Su permanente indecisión, su falta de voluntad y su tendencia desmedida a la diversión, le hizo convertirse en un rey irresponsable y promiscuo. A él se le atribuyen un buen número de amantes. Una de ellas fue María Inés Calderón, 'la Calderona', y ella inspiró al dramaturgo valenciano Chema Cardeña 'La puta enamorada', que bajo la dirección de Jesús Castejón se está representando en el Teatro Fernán Gómez de Madrid desde el pasado 8 de enero y hasta el 1 de febrero próximo.
El premiado texto de Chema Cardeña, estrenado en Valencia en 1992, quería volver a llevarlo a escena Jesús Castejón desde hace diez años, y su encuentro con Salvador collado, el productor de la obra, ha permitido que pueda subir nuevamente a los escenarios. En febrero de 2014 se volvió a estrenar en el Teatro Calderón de Valladolid y, desde entonces, ha recorrido muchas ciudades de España hasta llegar a Madrid.
La sombra de Felipe IV está presente durante toda la obra, así como algunos de los episodios más negros de la época (la Inquisición, Torquemada), aunque los tres únicos personajes que aparecen en escena son la Calderona, encarnada por Eva Marciel; su criado, Lucio, representado por Javier Collado, y el pintor sevillano Diego Velázquez, en cuya piel se mete Federico Aguado.
Con un país en claro declive político y social, Felipe IV sigue afanado por la fiesta y la diversión, lo cual no es óbice para el monarca para encomendar al pintor Diego Velázquez un retrato de su amante, la actriz María Calderón. Son tiempos en los que las actrices compatibilizan su trabajo artístico con el de la prostitución. "La Calderona", tal como la conocen fuera de palacio, llega al taller del artista acompañada siempre por Lucio, su criado, ya que el rey ha puesto a Velázquez la condición de que la actriz no se quede nunca a solas con él, celoso de que la relación entre ella y el pintor pueda acabar con la primacía de su majestad en el corazón de "la Calderona". Pero todo puede cambiar de un momento a otro en la convulsa España del XVII: ¿descubrirá el Rey la naturaleza de su amante?, ¿la Inquisición será tan rápida como implacable con los sospechosos de alterar la "moral y las buenas costumbres", que es el espacio en donde está metiéndose el pintor de la corte? y, en última instancia, ¿qué se puede hacer cuando surge el amor y prende en dos corazones a la vez? Pero las cosas se tuercen cuando conocemos que el tercer personaje de la obra, Lucio, el criado, también está enamorado de su ama, y no va a facilitar que las cosas lleguen al punto donde desearían los amantes y artistas.
Intemporal
En medio del triángulo amoroso planteado por Cardeña, en la hora y media que dura la obra, desfilan sentimientos, pasiones y situaciones que se han dado en todo tiempo y lugar: el amor, la traición, el engaño, el poder, la ambición, la necesidad de sobrevivir, y ese hecho hace que las situaciones planteadas no resulten ajenas ni a los espectadores del siglo XXI, ni a los de futuros siglos porque todos son sentimientos y anhelos sin fecha de caducidad.
A pesar de lo expuesto hasta aquí, tengo que confesar honestamente que a mí no me embargaron ni esos sentimientos ni esas emociones por lo que podía ver sobre el escenario, ni sobre el pasillo central, que los actores recorren varias veces en teórica huída hacia las calles de Madrid, y eso se explica porque el montaje y la puesta en escena de Jesús Castejón no me parecieron redondos. La interpretación de los tres protagonistas, supongo que por mor de seguir las orientaciones del director, no me parece que llegaran a fundirse en la psicología de los personajes a los que representaban. En unos casos, por exceso (Javier Collado); y, en otras, por defecto (Eva Marciel; aunque también debo decir que el público reaccionó con verdadero fervor y premió con un acalorado aplauso el final de la función.
El espacio escénico, correcto, a cargo de Curt Allen Wilmer, presenta el estudio del pintor sevillano en varios ambientes (mesa de trabajo, taller y una cama y varios asientos); la iluminación, de Juanjo Llorens; la música original de Luis Delgado; y el vestuario, de El Matrimonio Secreto.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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