La Generalitat destina más de 80 millones a mantener sus 'chiringuitos'
martes 27 de enero de 2015, 14:08h
Ni la austeridad ni la falta de liquidez han
impedido que año tras año, la Generalitat mantenga una buena dotación
presupuestaria para conservar lo que en el argot político se denomina sus
'chiringuitos'. Se trata de entidades cuya utilidad es muchas veces dudosa y
que incrementan la burocracia, pero que sirven para cumplir una doble función:
que Cataluña tenga instituciones similares a las del Estado al tiempo que dan
abrigo a ex políticos o simpatizantes de los partidos que han dejado de estar
en la primera línea de la política activa. Este año los 'chiringuitos'
recibirán más de 80 millones de euros, según se desprende del proyecto de
Presupuestos del Departamento de Economía.
Un de los entes más discutidos es el Consell
Català de l'Audiovisual (CAC), que se dedica a revisar los contenidos que
emiten las televisiones en Cataluña para evitar que puedan ofender al
espectador. Según la correspondiente memoria presupuestaria, el objetivo del
CAC consiste en "garantizar que haya una diversidad de medios
independientes y autónomos estableciendo un equilibrio entre su libertad y los
otros derechos e intereses igualmente legítimos de los ciudadanos". El CAC
esta dirigido por consejeros nombrados a instancias de los partidos políticos.
Muchos de ellos son ex diputados. Este año mantener este consejo costará 5,5
millones de euros.
El deporte es bueno para la salud. La
Generalitat lo sabe y por eso puso en marcha el Consell Català de l'Esport, una
entidad que trata de promover la práctica del deporte entre los ciudadanos para
"conseguir una mejora del bienestar físico y psíquico de las personas, un
fortalecimiento de la cohesión social y la promoción de los valores ciudadanos
y nacionales". Con los años, este consejo se ha convertido en una
auténtica maquinaria burocrática que costará a los catalanes 63,6 millones de
euros en 2015.
La política catalana siempre ha mirado con
envidia lo que llaman las estructuras de Estado. España las tenía, Cataluña,
no. Por eso, poco a poco, tanto el nacionalismo como los gobiernos tripartitos
han tratado de construir entidades a imagen y semejanza de las españolas. En
España había un CISS, así que Cataluña creó su Centre d'Estudis d'Opinió (CEO),
un ente que se encarga de elaborar sondeos, no siempre fidedignos. El CEO
cuenta para este año con un presupuesto de 1,4 millones.
Y 3,2 millones más costará mantener en
funcionamiento el Consell de Garanties Estatutàries, un organismo que puso en
marcha José Montilla deseoso de que se convirtiera en el Tribunal
Constitucional catalán. El único parecido entre el ente español y el catalán es
que sus miembros son nombrados por los partidos políticos. El Consell emite
dictámenes, cuando se lo pide el Parlament para determinar si las leyes que
dicta la Cámara catalana se ajustan o no a la Constitución y al Estatut. Pero
estos dictámenes no son vinculantes ni tienen ningún tipo de eficacia jurídica,
por lo que no son de obligado cumplimiento como las sentencias del Tribunal
Constitucional original.
A la Generalitat no le parecía suficiente
disponer de este servicio que, al fin y al cabo, es de asesoría jurídica. Por
eso, se dotó de otro organismo que realiza funciones similares, la Comisión
Jurídica Asesora, dotada con un presupuesto de 2,7 millones de euros. La
Comisión se encarga de "aprobar dictámenes, consultas, informes,
sugerencias y propuestas" y también "promueve estudios, análisis,
investigaciones jurídicas y publicaciones". Su tarea se suma a la de los
servicios jurídicos con los que cuentan todas las conselleries.
Cuando gobernaba Pasqual Maragall y se
produjo el famoso incidente del 3% -que hoy, tantos años después, se ha
concretado con la declaración de buena parte de la familia Pujol en los
juzgados-, ERC propuso crear una Oficina Antifraude para atajar la corrupción.
La idea era buena y a la Oficina se la dotó con generosos recursos públicos, pero
su actuación ha sido decepcionante. La entidad, cuya actividad se solapa con la
de la Fiscalía, no ha logrado detectar casos de corrupción o, si lo ha hecho,
lo ha mantenido en secreto. La Antifraude, que este año les costará a los
catalanes 4,7 millones, se dedica a impartir cursos de prevención de las malas
prácticas y sus dirigentes, a viajar por el mundo asistiendo a cursos
anticorrupción, por lo que se han ganado unas cuantas críticas.
También tiene su origen en la etapa del
tripartito el Memorial Democrático, un organismo puesto en marcha por ICV para
recuperar la memoria de la Guerra Civil. Cuando CiU llegó al poder no se
atrevió a cerrarlo y ahora se ha convertido en un ente que "pretende
mejorar y reforzar el sistema democrático haciéndolo más eficaz y dotándolo de
medios para afrontar los nuevos retos de una sociedad en transformación".
El Memorial supone un gasto de 1,4 millones de euros.
Con una filosofía muy parecida a la del
Memorial nació el Instituto Catalán Internacional por la Paz, que este año está
también presupuestado en 1,4 millones de euros que se dedicarán a tareas muy
concretas, según se desprende de la memoria presupuestaria: "organizar
tres seminarios, uno de ellos internacional; editar colecciones propias y
publicar en formato digital entre dos y tres trabajos de investigación".
A este tipo de entidades hay que sumar las
nuevas estructuras de Estado, que el Govern de Artur Mas quiere crear de cara a
la independencia de Cataluña, que espera conseguir en las elecciones del
próximo 27 de septiembre. Se trata de organismos que en algunos casos ya tienen
también su reflejo presupuestario.