martes 27 de enero de 2015, 10:38h
Decir que España no es Grecia es una
evidencia que puede resultar absurda si no hubiera intenciones aviesas de
utilizar la propaganda en beneficio de intereses muy particulares. Por
población, por historia, por economía, por muchas razones que no merece la pena
enumerar podemos asumir e, incluso, entender que España no es Grecia por mucho
que algunos pretendan equiparar a los dos países y a los dos pueblos en
circunstancias, condiciones y comportamientos muy lamentables.
España y Grecia comparten el Mediterráneo,
principios y valores de la democracia y de la libertad, los sufrimientos de una
dictadura y la pasión y fervor por una vida abierta y llena de sensaciones. En
los últimos tiempos, la crisis económica y financiera ha azotado a los dos
países por un desmedido afán de consumo y crédito fácil gracias a los
excedentes de la banca de los países del norte de Europa y a la ambición y
avaricia de unos cuantos desalmados que no se detuvieron ante el engorde de una
deuda ruinosa para poder enriquecerse de la manera más indecente y sin
escrúpulos.
La corrupción en estamentos políticos, empresariales,
administrativos y ciudadanos ha constituido la guinda para una desafección
general hacia el sistema político, legislativo, judicial e institucional. En
ese caldo de cultivo siniestro y degenerativo han crecido opciones políticas
con un discurso adaptado a lo que buena parte de la sociedad griega y española
quieren oír aunque las propuestas sean del todo inviables en un mundo donde la
realidad de la vida diaria dista mucho de los cantos de sirena embaucadores de
quienes azuzan el fuego de la corrupción para una regeneración política y
social cuando tienen a sus espaldas un pasado nada edificante y, lo que es peor, unas intenciones
autoritarias y destructivas. Alexis Tsipras es ya el nuevo primer ministro del
gobierno griego y ahora tiene que cumplir los compromisos con los que ha
logrado la confianza de una mayoría, casi absoluta, de los griegos.
Sabe que no
podrá hacerlo y tendrá que pactar con Bruselas más flexibilidad pero con los
acuerdos existentes si quiere pagar las nóminas del gran número de funcionarios
que tiene Grecia. España es diferente porque gracias al esfuerzo y el
sacrificio de todos los españoles esquivamos el rescate. También, gracias a la
estabilidad política de una mayoría absoluta ahora desgastada. Pero las medidas
y reformas emprendidas hacen que España no sea Grecia. Afortunadamente. Pero
hay que ponerlo en valor.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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