lunes 15 de diciembre de 2014, 13:57h
La consigna, por
ahora, parece ser "neguémonos todos los unos a los otros hasta saber los
resultados"; después se habla de la necesidad de gobernar, de responsabilidad,
de pactos puntuales pero nada de cheques en blanco, de apoyos siempre que se
cumplan unos mínimos etc. Lo de siempre.
Hasta ahora ya se sabía que si el PP quería presidir un ayuntamiento o una
comunidad debería derrotar a la suma del PSOE e IU de forma que la mayoría de
los de Génova, si no era absoluta, les dejaba en la oposición.
Esto ha sido casi siempre así salvo en las
épocas del famoso "programa, programa, programa" de Anguita que hizo lo creyó
que debía hacer en cada momento aunque le acusaran de la pinza con el PP y, más
recientemente, lo que ha ocurrido en Extremadura al contrario del cada vez más
incómodo pacto -para amabas partes- de IU y el PSA en Andalucía.
Lo que hace
diferente el futuro es, naturalmente, la aparición de Podemos que va dando
calabazas a diestra y siniestra (más a siniestra, la verdad) y ha negado, al
menos de entrada, la única posibilidad que parecía tener IU de un futuro mejor:
converger en las listas, ir juntos a las autonómicas y generales. A Izquierda
Unida, en el fondo, nunca le ha gustado nada tenerse que apuntar al vagón de
cola del PSOE y aunque naturalmente lo han vendido como la lógica coalición
frente a la derechona, en realidad siempre ha sido la única forma que han
tenido de pillar poder; y eso por no hablar del goteo incesante de nombres
históricos que desde las purgas de Carrillo hasta ahora, han ido habitando lo
que en su momento se llamó "la casa común" que era, claro, la del PSOE.
Y mira que la
pobre IU ha hecho cosas para agradar a Podemos; primarias e incluso ese cambio
generacional que tanto reclaman Pablo Iglesias y los suyos y que por muy
metafórico que sea, resulta bastante denigrante para nosotros, los mayores, y
hasta bastante absurdo porque la juventud no es en sí misma un valor. Pero da
igual, le han puesto a Garzón en IU que parecía dispuesto a todo pero en una
confusión de papeles: resulta que no es IU quien elije compañero sino Podemos
el que tiene la sartén por el mango. Y parece que no.
Lo complicado es explicar
cómo es esa sartén, qué se fríe allí dentro y quien sostiene el mango. Porque
debe ser la primera vez en la historia de la democracia que un partido tiene
una intención de voto considerable en muchísimos lugares en lo que carece de
candidato, de programa y hasta es posible que de sede. Pero eso es realmente meritorio aunque difícil de entender.
Y luego está el
PSOE, con su tremenda maquinaria mil veces ensayada y probada con éxito,
histórico, vestido ahora con la camisa blanca de la esperanza y viendo
desconcertado como se le sube a las barbas centenarias un profesor de políticas
recién llegado y rodeado de círculos. Y por si fuera poco, con un secretario
general que tiene que estar mirando todo el rato al Sur. Por si acaso.
Pues bien, en
este panorama de una izquierda tan dispar, cualquier analista daría por
descontado el triunfo aplastante de la derecha que encima está en el poder y
con unas cifras macroeconómicas al menos favorables. Pues no. La derecha por ahora va
cuesta abajo y sin frenos, con una política de comunicación desastrosa, sin
saberse adaptarse al Siglo XXI, con luchas y repartos internos que solo
confunden y la corrupción -eso no es exclusiva del PP- trepando como la hiedra por los balcones
de Génova.
Bueno, sólo se
trata de esperar y confiar que este desbarajuste generalizado traiga al menos
más limpieza a la vida pública de un país harto de escándalos y de promesas
traicionadas.