El fútbol como coartada de la violencia
viernes 05 de diciembre de 2014, 09:19h
Nos
rasgamos las vestiduras tras el último asesinato de un extremista del fútbol,
como si la violencia aparejada a ese deporte fuese algo nuevo.
De
ahí el apresurado y asustadizo paquete de medidas tomadas para zanjarla. No
están nada mal, me imagino, pero cabe hacer dos ingenuas preguntas al respecto:
1) ¿por qué haber esperado hasta ahora para tomarlas? y 2) ¿por qué no se hizo
nada antes, cuando se reiteraba el incumplimiento de anteriores normas preventivas?
Que
la violencia futbolística extrema no es de hoy lo prueba el que el asesinato
del seguidor de la Real Sociedad Aitor
Zabaleta ocurrió hace 16 años. Y de su extensión nos hablan los 30 grupos
radicales que van desde los Ultra Boys, del Sporting de Gijón, a los Brigadas
Amarillas, del Cádiz.
Claro
que el deporte, en general, y el fútbol, más particularmente, es terreno
abonado para cualquier tipo de desmanes. En principio, por esa extraño foro
normativo -¿no están expresamente prohibidos los tribunales especiales en
nuestra legislación?- que permite que los delitos cometidos en un campo de
juego o a causa de la competición sean dirimidos por los propios jerarcas
futboleros, quienes los liquidan con penas mínimas.
Por
otra parte, ¿quiénes son los mandamases de este deporte?: la mayor parte de las
veces, tipos impresentables, objeto de sanciones y recusaciones varias, algunos
de ellos en la cárcel, como el sevillista José
María del Nido, y otros acusados en firme de delitos tan truculentos como
el intento de secuestro realizado por el ex valencianista Juan Bautista Soler.
Dudo
que haya actividad social que concite tantos y tan siniestros personajes. Claro
que eso sucede en todos los países, desde Argentina a Francia, pero aquí lleva
mandando en el fútbol desde hace 26 años Ángel
María Villar, individuo que cuando era jugador en activo golpeó sin balón a
Johan Cruyff sólo porque era mejor
que él. Ya ven qué ejemplo más lleno de significado para los amantes de este
deporte.
Por
todo lo dicho, me parecen estupendas las medidas anti-violencia en el fútbol,
pero ¿no estaremos trasladando con ello el extremismo radical a otras
actividades estrictamente políticas? No olvidemos que estos grupos de
energúmenos canalizan una violencia que en otros países toma forma de partidos
xenófobos, extremistas y de acción directa para cuya represión a lo mejor no
estamos preparados.
Al
tiempo.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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