viernes 28 de noviembre de 2014, 07:40h
Cuenta en ABC de Sevilla mi ex compañera (y sin embargo
amiga) Mercedes Benítez, que sin duda es una e las periodistas mejor
informada de los Juzgados hispalenses, que su tocaya la magistrada Mercedes
Alaya, que instruye la macrocausa de los EREs fraudulentos y la de los
cursos de formación falsos, tiene una amplia red de seguidores y admiradores
que, incluso, le envían poesías y cartas de amor alabando tanto su físico como
su ingente y minucioso trabajo de investigación. No me extraña. En este país de
charanga y pandereta en el que es más conocida Belén Esteban que Ana
María Matute, sólo basta con que salgas un par de veces en cualquier cadena
de televisión, y a ser posible en algún programa de marujeo, para que las redes
sociales se pueblen de fans o detractores provocando millones de comentarios en
eso que llaman un trending topic en Twitter. No es que la magistrada astigitana
sea muy dada a salir en los medios, al contrario, suele ser bastante discreta
con su vida privada, pero, claro, raro es el día que no llama a su Juzgado
número 6 a algún político más o menos conocido y allí están siempre las cámaras
de la tele para enfocarla toda maquillada, con su impecable traje de chaqueta y
arrastrando elegantemente su inseparable troller. Esta imagen siempre me ha
recordado el cartel de una película italiana de principios de los años 60
dirigida por Valerio Zurlini y protagonizada por la entonces
despampanante Claudia Cardinale. En él se veía a la Cardinale
arrastrando con enorme esfuerzo un maletón de los de entonces. Está claro que
ni Mercedes Alaya es Claudia Cardinale, ni su troller es la
maleta de la película, aunque nunca se sabe. Si la instrucción del caso de los
EREs continúa al ritmo impuesto hasta ahora, la Alaya no sólo va a necesitar el
maletón de la Cardinale sino varios camiones grandes de mudanzas de Gil
Stauffer.
Pero, en fin, a lo que iba, que nos es otra cosa que a comentar las medidas
expuestas por el presidente Mariano Rajoy en el Pleno del Congreso para
combatir la corrupción. Qué quieren que les diga. A mí me parecen más de lo
mismo. Está bien que se pongan controles, que se estrechen los márgenes, que se
renueven las cúpulas de los partidos, que se agilice la justicia, que se
prohíban las donaciones, que no se condonen las deudas bancarias y que se
penalice la financiación ilegal de los partidos. Todo eso está muy bien siempre
que se apliquen cuanto antes y que no se quede en un mero papel mojado. Y,
sobre todo, que afecte no sólo a los centros del poder en Madrid, sino también
a los otros centros distribuídos por las diversas autonomías, como por ejemplo,
Andalucía, donde el PSOE lleva casi cuarenta años saltándose a la torera
cualquier control sobre sus cuentas. Por ello me parece ridículo que el líder
de la oposición, ya saben, Pedro Zapatero Sanchez, no las haya apoyado.
Si quiere salir indemne de la próxima cita electoral y que el coletas de
Podemos no le robe la cartera, debería no sólo hacer piña con Rajoy en este
asunto, sino añadir alguna otra medida más.
Porque aquí estamos como siempre con el "y tú más" sin que nadie se
pare a pensar que el chollo se les está acabando a marchas forzadas. Lo de
"la casta" que tanto repiten algunos está calando hondo en el
personal y eso puede ser muy, pero que muy peligroso. Porque, puestos a
comparar, al menos en Madrid se ha producido la dimisión-cese de la ministra Ana
Mato por haberse aprovechado presuntamente de la Gürtell, pero aquí, en
Andalucía, después de seis años de instrucción y con más de doscientos
imputados por el macroescándalo de los EREs fraudulentos, no ha dimitido nadie.
Bueno, sí, Pepe Griñán dejó voluntariamente su cargo de presidente de la
Junta, pero lo hizo para que su preimputación no se llevara por delante a todo
el partido. Ya veremos si todo este decálogo de medidas anticorrupción
anunciadas por Rajoy sirven finalmente para algo. Porque como hayan querido
imitar a lo que propuso aquí la superpresidenta Susana Díaz, y que nunca
llevó a cabo, vamos aviados.