El adiós de Ana Mato: crónica de una dimisión anunciada
> Su situación se había vuelto insostenible después de que la Audiencia Nacional la acusara de haberse lucrado de la trama Gürtel
Era insostenible. En apenas tres meses, Ana Mato ha
conseguido desatar dos veces un clamor generalizado pidiendo su cabeza, mejor
dicho, su cartera de ministra de Sanidad. Más que un clamor, una alarido que no
ha encontrado la más mínima defensa ni siquiera en el PP. Cuando el propio Fiscal General Torres Dulce,
a media tarde, santificaba el auto del juez Ruz, ya sólo quedaba esperar cuándo
se produciría el óbito. Los más optimistas le daban como mucho una semana, justo hasta el
Consejo Interterritorial del próximo día 3, miércoles, para despedirse ante
todos los consejeros de Salud.
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Ana Mato presenta su esperadísima dimisión tras saberse que se lucró de la trama Gürtel
Mariano Rajoy tiene verdadera mala suerte. Primero Monago y
ahora Mato le dejan a los pies de los caballos, por no usar una expresión más
gráfica, y fastidian su presunto afán renovador y los anuncios de medidas
contra la corrupción.
Hoy ha sido aún peor que con el extremeño, con el debate de mañana centrado,
precisamente, en la corrupción y el presidente del Gobierno aprovechando la
tribuna del Congreso para ponerse a la cabeza de la manifestación con un
paquete de medidas para restringir la financiación de los partidos en una mano y
las cabezas de Griñán y Chaves en la otra para arrojárselas al escaño a Pedro
Sánchez.
Por supuesto, cualquier coincidencia entre la fecha elegida
para emitir el auto, más de 200 folios que no se redactan así como así, y la del
debate anticorrupción en el Congreso mañana, jueves, es pura coincidencia. Al
juez Ruz, desde luego, no se le puede achacar el denominado 'síndrome de la
coleta'.
Quizá si no hubiera sido por el debate de mañana, Rajoy
hubiera aguantado el tirón y jugado con el limbo jurídico de Ana Mato, que no
está imputada pero en realidad si, o sea, que está imputada, pero poquito... Unos
30.000 euros, arriba o abajo ese billete de 500.
Un limbo jurídico que no se
sabe si es el límite que se han autoimpuesto los partidos, incluido Podemos
(Pablo Iglesias dixit), o no. Sería un clavo ardiendo, pero un clavo al que
agarrarse al fin y al cabo.
Pero es que en el caso de Ana Mato ni Rubalcaba, al que
tanto echa de menos Rajoy, le habría encontrado solución. Ni siquiera el
recurso del machismo, al que la aún ministra llegó a recurrir en su defensa
como ahora hacen otros.
Y lo que es peor, sus declaraciones alegando
ignorancia, repetidas hoy hasta la saciedad en todas las televisiones para
ridiculizarla -ella se lo buscó, ciertamente, que lo del Jaguar pasará la
historia-, han echado más leña a la hoguera
en la que casi se quema del todo hace apenas un par de meses y que el auto de
Ruz simplmente ha reavivado hasta terminar el trabajo.
Sólo falta que en aquellas fiestas de cumpleaños gratis
total estuviera el 'pequeño Nicolás'... cualquiera se fía a estas alturas.