El interés por la fibra de carbono aplicada a ciertas partes de los coches
es cada vez más visible para algunos fabricantes. Eso dice, al menos, la
empresa
SGL Group, que proporciona las piezas de
fibra de carbono que BMW monta en sus coches eléctricos, y que está en contacto
con otros fabricantes que quieren ir en esta dirección.
El interés más destacado es el VW, a través de sus marcas Audi y
Lamborghini. General Motors ha apuntado recientemente su interés en
usar de una manera más intensiva la fibra de carbono. Porsche está también muy
activa en este campo, dada la capacidad que tiene este material para reducir
peso y aumentar la eficiencia en el consumo de combustible.
SGL ha formado una "joint venture" con BMW para
proporcionarle la fibra de carbono que la marca alemana está usando en la
producción del eléctrico i3 y del superdeportivo híbrido enchufable i8.
BMW mantiene cierta incertidumbre respecto a la viabilidad de sus modelos
"electromóviles", cuyo desarrollo ha sido una apuesta enormemente cara. Hasta
septiembre, por ejemplo, sólo había vendido 10.199 unidades del más asequible,
el i3.
Pese a este impulso, la utilización de fibra de carbono para montar
coches sigue siendo residual, ya que todavía resulta cara y repercute
en el precio final de vehículo.