'Toc Toc', una comedia que resiste el paso del tiempo con la misma fuerza con la que se estrenó
martes 18 de noviembre de 2014, 17:33h
Permanecer en cartel durante seis temporadas no es, en el teatro
español, nada frecuente. Y menos en estos tiempos en que muchas funciones
apenas duran unos días en cartel. Aún así, en Madrid el teatro probablemente
esté viviendo una de las épocas más fructíferas
de su historia. Son decenas las salas clásicas, y muchas más aún las
alternativas, o de teatro "off", como ha dado en llamárselas, las que conviven
en estos momentos en la escena madrileña. Si a eso añadimos la proliferación de
escuelas privadas de Arte Dramático y que las obras, en el mejor de los casos,
permanecen en cartel una media de dos a tres semanas, el lector puede llegar rápidamente a la conclusión de
que la calidad es muy alta, probablemente, por dos razones esenciales: la
primera, la formación cada vez mayor de
actores, directores, escenógrafos, iluminadores, ambientadores de sonido, etc.;
la segunda, por la competencia creciente entre salas y espectáculos. Hoy, aunque cualquier espectador madrileño se dedicara a asistir
a una obra de teatro cada día del año, no conseguiría ver todo lo que se
produce y representa en la capital de España.
Pero todas las reglas generales tienen su excepción. "Toc Toc" es, probablemente la mayor de
ellas. Ese extraño vocablo repetido, "Toc
Toc", es el título de una comedia de Laurent Baffie, en
versión española de Julián Quintanilla, y dirigida por Esteve Ferrer. Pues bien, la obra se encuentra transitando en estos
momentos en el teatro Príncipe Gran Vía y ya va por su sexta temporada en
cartel. Desde su estreno, en septiembre de 2009, han visto la función más
de seiscientos mil espectadores en sus
más de mil quinientas representaciones.
Según la productora Lazona, esto no ocurre en Madrid desde hace más de tres
decenios.
Doy fe
Movido casi exclusivamente por esta curiosidad, me
acerqué al Teatro Príncipe Gran Vía el
domingo pasado y pude comprobar que, efectivamente, el público celebra cada
gesto, cada frase, de cada uno de los seis personajes que se dan cita en la
sala de espera de un afamado psiquiatra, con el objetivo común de intentar
acabar con su TOC (Trastorno obsesivo
compulsivo). Uno de esos personajes (Fred), no puede evitar lanzar groserías en
todo momento, y a cualquiera que se cruce en su camino; un segundo (Camilo), taxista,
es un obseso de las cifras y cuantifica
todo lo que sucede a su alrededor; otro
(Pep), informático, vive pendiente cada segundo por no pisar ninguna raya y por ordenar todo de forma
simétrica; un cuarto personaje es una
mujer (Blanca), técnico sanitario, vive obsesionada por la pulcritud y se pasa
el día lavándose las manos para evitar
cualquier tipo de contagio bacteriano; una quinta (María), no para de
santiguarse por el mínimo pretexto, está insegura de los actos más cotidianos(haber cerrado los grifos, la casa,
o la llave del gas) y, por último, una
sexta enferma (Lili), repite compulsivamente dos veces cada frase que dice, por
temor a que ella o algún familiar pueda morir, si deja de hacerlo. Un séptimo y
último personaje es la enfermera del médico especialista, que se pasa la
función excusando la presencia del
psiquiatra porque viene en un vuelo y ha tenido todo tipo de problemas técnicos
y meteorológicos, lo que hace inevitable su retraso. En esa larga espera,
los personajes se
sinceran y tratan de improvisar
una especie de terapia de grupo para ver si son capaces de mitigar, al menos,
sus trastornos.
La gestualidad de los personajes, sus tics, sus
permanentes "golpes" de comicidad, se suceden inagotables a lo
largo de los 90 minutos que dura la obra y, como he dicho ya anteriormente, son
de un efecto verdaderamente letal porque los espectadores
no solo no paran de reír a carcajada limpia, sino que, además, interrumpen
con aplausos en
numerosas ocasiones a los actores
que, desde luego, hacen sus papeles correspondientes con absoluta eficacia
interpretativa. Ellos son Miguel Foronda,
Esteve Ferrer, Pablo Vázquez, África
Gozalbes, Ana Frau, Laura Hernando
y Sara Moros.
Si busca pasar un rato entretenido y huye de sesudas
reflexiones acerca del ser o no ser, de
la tremenda corrupción política que invade el
sistema, o de los ejercicios postmodernistas
en el teatro,..., entonces, digo, ha dado con la obra perfecta para evadirse de
los problemas cotidianos y recordar durante algún tiempo la hilaridad de las
situaciones que podrá vivir en la sala de espera de este singular psiquiatra.
¡Ah! Y un consejo: si tiene problemas de mandíbula, mejor absténgase de acudir porque lo mismo sufre un
nuevo desencaje y acaba teniendo un innecesario mal recuerdo de la función. Todo
eso es lo que vi a mi alrededor y es de lo que doy fe, casi notarial.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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