La demagogia está de moda
jueves 06 de noviembre de 2014, 14:46h
Antes de que lleguen las rebajas, y con lo
cara que está la ropa, algunos imprudentes se han puesto a rasgarse las
vestiduras, porque el ciudadano de la coleta, llamado Pablo, vende
populismo a granel, y sin embotellar. Puede que no se hayan percatado de
que la demagogia está muy de moda en las pasarelas de la moda política,
sobre todo en las agujas del nacionalismo.
Paulino Rivero ha exhibido una demagogia admirable con la
posibilidad de las prospecciones petrolíferas en Canarias, como si no se
hubiera enterado de que los grandes buques cisterna, llenos de petróleo
hasta los topes, atracan en los puertos de Canarias desde hace decenas
de años. Los separatistas catalanes llevan cuarenta meses de un
populismo "sobresaliente cum laude", que ha alcanzado cotas delirantes,
como cuando aseguraron que con la independencia morirían muchas menos
personas de cáncer. Todavía no han llegado a la conclusión de que, en
cuanto se alcance la independencia, los niños nacerán mucho más
inteligentes, porque debe haber infiltrado algún prudente en la pandilla
de demagogos desaforados.
Luego está la demagogia baja en alcohol, que parece menos dañina,
pero que en cantidades importantes puede causar trastornos. Hace pocas
horas Mariano Rajoy dijo que iba a bajar los impuestos, si gana las
próximas elecciones. Es lo mismo que aseguró en las elecciones
anteriores, y no sólo no rebajó los impuestos, sino que los subió. Y,
sí, lo hizo porque no había más remedio, pero a lo peor dentro de año y
medio no hay más remedio que volverlos a subir.
Pero tampoco hay que dejar de observar la demagogia, baja en
alcohol, y servida mezclada con otra sustancia. El ciudadano Pedro
Sánchez las prepara muy bien, y afirma que las sedes del PP están
inundadas de corrupción, olvidándose de los ERE andaluces, ante los que
mantiene una ignorancia de lord inglés: si alguien se ha ciscado en el
pasillo de palacio, lo correcto es no fruncir la nariz, no protestar,
ignorar el asunto como si no existiera y el pasillo estuviera impoluto.
Lo malo es que con la demagogia sucede como con las setas, y la
mayoría no distingue las que son venenosas. Pero los que mueren por
malos micólogos mueren solos, en tanto los que mueren por cabreo
electoral pueden arrastrar a todo un país.