Hay
hasta quienes aplican redoble de tambores a la noticia:
Pedro Sánchez,
secretario general del PSOE, se 'benefició', como asambleísta de Caja Madrid
que era, de una bonificación del treinta por ciento de su hipoteca suscrita con
esta entidad. Un descuento que le supuso una rebaja de sesenta euros mensuales -¡sesenta!- durante tres años. No ha faltado quien quiera equiparar el
'affaire Sánchez' con lo ocurrido con las tarjetas de los consejeros y altos
cargos de esa Caja maldita. Y, desde luego, no es eso, no es eso. Me parece que
no podemos matar las moscas de la corrupción disparando a cañonazos contra todo
lo que se mueve, especialmente si está en otro bando. Lo dije cuando algunos/as
dijeron demasías absurdas contra el líder de 'Podemos',
Pablo Iglesias,
provocando un efecto boomerang: la gente dejó de creer no solamente en esas
patrañas fácilmente desmontables, sino también en otras críticas de fondo más
fundadas contra esa formación.
Pues
ahora, lo mismo. España es país aficionado a los escándalos de sesenta euros, a
tomar el rábano por las hojas, a linchar por lo pequeño y hacer la vista gorda
en lo grande. No conozco bien a Pedro Sánchez, pero me parece que va a resultar
difícil meterle en el mismo saco de las corruptelas, por decir lo menos,
practicadas por otros. Poniendo la lupa acusadora en los sesenta euros de una
bonificación legítima, quizá distorsionemos el microscopio que habría de
investigar casos que sí tienen visos de corrupción por miles de euros, cuando
no millones. Disparando, así porque sí, contra Sánchez, me parece que algunos
están errando el tiro (si es que no están herrados, y perdón por el mal juego de
palabras), y están devaluando, quizá a propósito, una opción política de futuro
que a muchos les parece válida. No tenemos muchas. Y, a este paso, no va a
haber quien se presente como representante de la ciudadanía si no es obligado
por la Guardia Civil.
De
momento, lo que sabemos del nuevo secretario general del PSOE es que ha llegado
pretendiendo regenerar el partido, abrirlo algo más de lo que estaba a la
sociedad -que no completamente--, moralizar las cosas practicando una
declaración de bienes e intereses que en otros lugares no se difunde de una
forma tan transparente. Creo que Sánchez es un político que, una vez que
asiente sus pasos demasiado precipitados, tiene ganas de serlo en el mejor
sentido de la palabra y tiene hambre de futuro. Ha llegado en una época nueva,
a un país que se quiere renovado, ansioso de limpiar los establos del pasado
inmediato. Es uno de los mensajeros de lo que está por venir, sea ello lo que
sea: no matemos también a este mensajero alegando una lucha contra la corrupción
que nada tiene que ver con sesenta euros, 60, al mes en bonificaciones
hipotecarias.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>