Consulta "un poco" democrática
martes 07 de octubre de 2014, 08:17h
Lo dice una de las personalidades
que debían avalar la nitidez de la tan anunciada Consulta del 9-N, designada
por el Parlamento y nombrada por un extraño decreto del presidente Artur Mas.
La sorprendente noticia es que Quim Brugué,
catedrático de Ciencia Política de la
Universidad Autónoma de Barcelona, propuesto por ICV-EUiA, ha renunciado a su cargo de miembro de la Comisión de Control
de la Consulta. No sabemos si esto provocará un efecto
dominó en los otros seis miembros de dicha comisión,
lo que no sería extraña vistas las importantes razones
que da el dimisionario.
Explica el catedrático señor Brugué que dimite
porque "no puedo avalar una consulta que, en mi opinión, no ofrece garantías democráticas". Lo que en las
circunstancias actuales parece
bastante evidente, y que no sorprenderá
demasiado a los ciudadanos que han seguido los últimos acontentaments. Sea por
culpa del mismo planteamiento
del llamado "proceso" o por
las motivaciones y obstáculos
alegados por el Estado, la prevista Consulta no
podría ofrecer la credibilidad
necesaria para tener efectos serios en ninguna
instancia.
Cuando se asegura que esta consulta se quiere hacer porque viene otorgada al
pueblo por un invocado "principio democrático" o por la "radicalidad democrática"
que se persigue, y que se hará con las "máximas garantías democráticas",
no sería lógico llevarse a cabo sin que esta nitidez
democrática no resultara incontestable. Y la
dimisión de uno de los miembros
de la Comisión que debería encargarse de este control democrático alerta, como
mínimo, de que las cosas no están
claras, Y eso
ya es grave.
Además, denuncia atinadament el dimisionario la "falta de neutralidad" de los convocantes de la
Consulta, como se evidenció, por ejemplo, en el encuentro con el presidente Mas de alcaldes de toda Catalunya en apoyo
a la consulta, pero gritando al
mismo tiempo "!independencia,
independencia!". O sea, que en lugar de consultar al pueblo lo que quiere, se busca que este
vote independencia, que es lo que quieren los que claman por el "derecho a
decidir"; un "derecho" que,
en este contexto, se convierte en
casi una obligación de decir "sí" a lo que defienden los convocantes, su "derecho a decidir". De democrático, al entender de cualquier ciudadano, esto no tiene nada,
Consultar debidamente a la población es una
práctica saludable y que se
practica en todos los países
civilizados. ¿Por qué no aquí?
Si es sobre la forma
de gobernarse, sobre las
relaciones con otros pueblos o
sobre su propio destino -como se dice- resulta
más que necesario, obligado.
Pero se ha de
"hacer bien" como dice
y repite el señor
Mas, porque lo que tenemos entre
manos es delicado como una "figura de porcelana".
De acuerdo, pero quien dice eso no puede ser el
primero en romperla, la
"figura de porcelana" Y
mucho parece que ya lo ha hecho.
Es, precisamente, lo que denuncia
con su dimisión el catedrático Quim Brugué, al negarse
a hacer el paripé, a parecer que "avala" lo
que "en conciencia",
le parece que no puede
avalar. ¿Que harán los demás miembros de la
Comisión de Control? ¿Optarán por seguir su propio criterio, muy respetable, o el del
partido que los propuso?
Sea como sea, y
aparte de los serios obstáculos, jurídicos y políticos, que pongan
las instituciones del Estado y el propio Rajoy, dadas
las multitudes en
la calle y los gritos de tantos
alcaldes en el Palau, parece que la Consulta, si se hiciera, "un poquito democrática " sí que lo sería.