Permítanme que, antes de "entrar en harina, o sea, de hablar de esta "Cerda", de Juan Mairena, les sitúe en el contexto. Había oído hablar, y muy bien, del escenario donde se representa, La Casa de la Portera (Calle Abades nº 24, bajo derecha, una antigua vivienda de la portería del edificio), pero no había podido acercarme hasta ahora.
Finalmente, acudí el miércoles, 1 de octubre a la representación de una de las obras emblemáticas de la factoría de
José Martret y
Alberto Puraenvidia, los dos creadores y máximos responsables de cuanto sucede en esa Casa y otra que está a tiro de piedra, La Pensión de las Pulgas (Huertas, 48) porque entre los dos se reparten la dirección artística y la programación de las dos salas. Poco antes del verano me fascinó la adaptación,
el montaje y la interpretación de un
Macbeth de
W. Shakespeare, titulado "MBIG (Mc Beth International Group)", detrás del cual está José Martret -por cierto, permanezcan muy atentos, porque en las próximas semanas sabemos que viajará por varias ciudades de España y, más tarde o más temprano volverá a representarse en Madrid.
El hechizo sucedía en La Pensión de las Pulgas, espacio que junto a su hermano mayor, La Casa de la Portera, habían levantado la curiosidad de unos, la atracción de otros, y la devoción de la mayoría de los seguidores del teatro off (o alternativo, como quieran) madrileño. Digo "habían" porque los seguidores de ahora no estoy seguro de que sean solo alternativos y no convencionales o asiduos a todo tipo de propuestas teatrales. El teatro que puede verse en ambos recintos artísticos es un teatro más vivo, un teatro que está literalmente al alcance de la mano, en donde escenario, actores y espectadores están tan cerca que pueden tocarse.
Así, el teatro "se vuelve subcutáneo", como se declara en la propia web de presentación del espacio escénico. En La Casa de la Portera son los espectadores quienes deciden si un montaje sigue más allá de los treinta días de exhibición inicial que tienen todas las obras. En julio de 2013 se estrenó «Cerda», una comedia surrealista y descarada escrita por
Juan Mairena, y en octubre de 2014 sigue representándose para los 20 espectadores (deliberadamente se buscó que la sala no dé para más en cada una de las representaciones) y mucho me temo que habrá "Cerda" para rato...
Ácida "Cerda" La vieja locución latina "Homo homini lupus" (el hombre es un lobo para el hombre), ha sido transformada por Juan Mairena en frase antológica en boca de uno de sus personajes en "el hombre es un cerdo para el hombre". No es, ni mucho menos, la única sentencia que puede escucharse en los, aproximadamente, 70 minutos que dura la obra. Para empezar, una procesión de 5 monjas canturrea, con el trasfondo de un toque de campana, una letanía que entona la Congregación del Santo Membrillo. Mairena no desaprovecha ni un segundo para iniciar ya la crítica mordaz, satírica y hasta ácida con la Iglesia, irónica con el islam, que luego irá extendiendo a la homofobia, la crisis o la corrupción.
Si hay que poner algún calificativo al texto de "Cerda" podrían ser irreverente, mordaz o surrealista, pero no son menos ciertos los de hedonista, metafísico o sicalíptico. Y si hay que buscar los nombres culpables de que ese texto brille aún más y se introduzca en los cerebros de cuantos espectadores pasamos por las tablas de las dos habitaciones del convento de La Casa de la Portera, donde transcurren tan insólitas como desternillantes situaciones, esos son, en primer lugar, el de Juan Mairena, su autor y director y, en segundo, los de
Dolly, Sor Leona, madre superiora de la Orden del Sagrado Membrillo;
Carolina Herrera,
Sor Cicilia (en mi opinión, la actriz que más matices supo poner a su personaje en la representación a la que asistí);
David Aramburu, Sor Cosetta; Soledad Rosales, Sor Bette, y
María Velesar, que entra como
Sabrina al convento y que, una vez allí, pasa a llamarse
Sor Katana.La trama de la obra, como puede ya suponerse con los calificativos que le he dedicado hasta el momento, no es raro que sea descabellada y hasta absurda, pero al mismo tiempo los diálogos están perfectamente hilvanados y van desde lo más próximo y cotidiano hasta lo más místico, con evidentes y buscadas influencias de Santa Teresa. Y todo ello sazonado con incursiones musicales a la
Sor Citroën de nuestro cine de finales de los 60 del siglo pasado, junto a la actual diosa del pop,
Madonna, a los cantantes italianos
Mina y
Angelo Branduardi, entremezcladas con referencias a
Betty Davis, internet, las videntes, los zombis y citas de Blade Runner.
O fragmentos adaptados de obras de Shakespeare. Como ven, un totum revolutum que Mairena ha tenido la sabiduría de mezclar con absoluta soltura y naturalidad, sin cortes abruptos de ningún tipo, lo cual no es nada fácil y ya solo por ello merecería nuestro aplauso. Pero es que, además, lo ha hecho con ironía, con sarcasmo y con inteligencia y por todo ello creo que hay que estar atentos a sus próximas propuestas.En definitiva, que si quieren pasar un momento sorprendente, de agudo humor, lleno de sorpresas y sonrisas, y , además, ver teatro del bueno y a un precio más que asequible, esta puede ser su opción. "Cerda" lo merece.