miércoles 01 de octubre de 2014, 14:46h
Haríamos
bien el empezar a preocuparnos de verdad no sólo por lo que acontece dentro de
nuestras fronteras - el despropósito catalán, como lo ha llamado el ex
presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente- sino por lo que
sucede fuera, muy lejos, en Siria, Turquía e Irak -también en Libia- que,
además, puede tener consecuencias en España.
En Turquía
hay ya 1,5 millones de refugiados procedentes de Siria. La situación no es que
sea insostenible porque el país no puede mantenerlos, sino que se agrava minuto
a minuto por la presión del Ejército Islamista. La última semana han llegado en
avalancha 160.000 personas y hay otras 200.000 que lo van a hacer en breve. De
ese millón y medio, sólo 220.000 viven en los 24 campamentos habilitados, mal e
insuficientemente acondicionados, para acogerles. El resto sobrevive donde
puede y como puede. Hay reyertas, enfrentamientos e intentos de linchamiento,
mendicidad, explotación laboral, problemas sanitarios... Hay hambre y miedo. La
comunidad siria lleva más de mil días de guerra y, después de padecer todo tipo
de calamidades, ha sido bombardeada por su propio presidente, mientras
Occidente miraba para otro sitio. Lo mismo sucede en Libia, donde España está
jugando un importante papel de mediación aunque la paz parezca casi imposible.
El avance,
hoy imparable, del Estado Islamista en Siria e Irak y la todavía tímida
respuesta de la comunidad internacional, capitaneada por Estados Unidos, puede
ser la espoleta de lo que el Papa Francisco ha llamado "la III Guerra Mundial"
y si no se detiene, el peor fundamentalismo puede acabar con cualquier
esperanza de justicia y libertad en esas tierras y abrir una cruenta guerra de
consecuencias imprevisibles. La persecución a todos los que tienen unas
creencias diferentes, la esclavitud de las mujeres y niños, la ejecución de
rehenes y la difusión de esos crímenes por las televisiones, son algunas de las
cosas a las que nos enfrentamos. Si ganan esta batalla, los derechos humanos
habrán retrocedido a los peores momentos de la historia de la humanidad y
recuperar la normalidad podría costar siglos.
Si no se
para ese avance, todos los países europeos -pero especialmente Inglaterra,
Francia o España- estarán en el punto de mira de los terroristas. Ya han dicho
que es cuestión de tiempo llegar de nuevo a las puertas de España. Hasta ahora
sólo han reclutado a personas para el Ejército Islámico. Mañana, pueden atentar
en nuestro territorio. Haríamos bien en implicarnos, ocuparnos y preocuparnos
ante la amenaza que el IS supone para los ciudadanos de Siria e Irak, apoyar
sin recelos la reacción de todos los países contra ellos y tomar precauciones
aquí por lo que pueda pasar. España no es inmune a la amenaza. Todo lo contrario.