El 10 de noviembre también existe
lunes 29 de septiembre de 2014, 08:17h
Para unos se trata de
un anhelo que nació allá por 1192 y que se plasma en pasos cada vez más firmes
hacia la independencia, siendo el penúltimo la convocatoria de una consulta que
no es legal. Se trata de un desafío [casi] inaceptable para una democracia
basada en el Imperio de la Ley. El president Mas lo sabe y todos sabemos
que lo sabe.
En esto hay muchas
trampas, argucias y más de un apaño no siendo el menor dar forma legal vía una
ley autonómica "de consultas no refrendarias" a una convocatoria a los
ciudadanos de Cataluña para que refrenden ¿la secesión? Para los que así actúan
la excusa es que salga como salga, lo hacen por Cataluña y, en el peor de los
casos, habrá sido un paso más hacia su objetivo.
Por otra parte, el
sentimiento secesionista catalán existe, es real y tangible y no va a
desaparecer de la noche a la mañana. Vamos, que el 10 de noviembre llegará y el
problema seguirá estando ahí.
Al otro lado un
gobierno que merece escasa confianza y no por ser de derechas sino por no tener
claro el rumbo y el plan, lo que nos hace ir dando bandazos poco constructivos.
El gobierno del presidente Rajoy ha tomado las decisiones que ha tomado en las
materias digamos ordinarias y tales decisiones son contestables y lo hacemos a
diario.
Otra cosa son las
materias digamos excepcionales. Es decir, elementos latentes que el gobierno no
espera que puedan explotar pero que, a la postre, estallan, como la bicha del
nacionalismo.
La mayoría de nosotros
sabemos que con otras personas en el gobierno -no digo otro partido sino otros
actores- este pésimo momento en el que nos hallamos se habría podido evitar. Y
es para eso que pagamos a los políticos, para que resuelvan los problemas y
prevean las consecuencias.
Que el president Mas
ha dado demasiadas vueltas a la tuerca y es él el principal culpable de este
mal juego con los sentimientos, no me cabe duda. Que al otro lado no han estado
las personas adecuadas para prever la situación y atajarla, tampoco. De hecho,
la estrategia política que a este problema se ha aplicado desde el gobierno ha
contribuido en gran medida al crecimiento del independentismo.
A ver, se habla de
choque de trenes y más parece un concurso de a ver quién aguanta más sin
levantar el pie del acelerador: no importa que uno de los coches vaya por el
carril preceptivo y a la velocidad máxima permitida y "con todas las de la ley"
porque en el momento de la colisión la física ganará a la legalidad.
Por supuesto que la
razón jurídica asiste al gobierno, pero no es menos cierto que la situación se
ha ido enquistando en una escalada que dura desde Pujol, enano, habla
castellano y las excusas que presentó el presidente Aznar o, dicho de otra
manera, la manera política como resolvió el asunto.
Cada vez queda menos
margen y menos tiempo. Las vías de solución son cada vez más estrechas y
alguien tendrá que intentar poner cordura y, tal como están las cosas, tendrá
que ser el gobierno: la consulta se suspenderá sine die, Mas convocará
elecciones plebiscitarias y ahora el problema será prácticamente irresoluble.
Hay que encontrar la
manera de que 7 millones de ciudadanos den su opinión sobre ellos mismos sin
contravenir la ley y hay que reencauzar su pertenencia a España. Vamos, que hay
que currárselo un poquito más que salir con cara de vinagre a decir tengo
carnet, voy en la dirección correcta y no excedo el límite de velocidad.
La historia, sea la
que sea en este mal sainete, tiene que darnos igual: no importa si es el
presidente 129 de una institución que se fundó en 1193 o si es el quinto desde
la constitución de 1978; no importa si nunca existió el reino de Cataluña
-sería tanto como decir que como sí existió el reino de Navarra los navarros
tienen más opciones de secesión- o si la República de Catalunya ha existido
siempre.
En estos momentos lo único importante es cómo vamos a solucionar
nosotros, los de hoy, los que seremos historia mañana, este problema.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (3)
29948 | Angel - 30/09/2014 @ 09:09:55 (GMT+1)
Buen artículo Manuel!
Los catalanes no nacionalistas, que también existimos, estamos más que hartos de esta imposición soberanista-populista por parte de los políticos catalanes. Está claro que el 'president' Mas pretende pasar a la historia como aquel que intentó independizar Cataluña y no como el pésimo gestor que destrozó el estado del bienestar en Cataluña. Por otro lado también estamos hartos de la falta de iniciativa del Gobierno central, que sólo se limita a prohibir y no ofrece ninguna alternativa política. Aquí hay un problema de legalidad, de perspectivas de futuro y de sentimientos. Como no se haga política de verdad a corto plazo, se nos va a ir el conflicto a las calles y, entonces, no habrá salida pacífica. Saludos.
29938 | kroker - 29/09/2014 @ 17:33:05 (GMT+1)
Efectivamente, ya el problema del falseamiento de la historia, ha dejado paso a otras cuestiones más importantes; pero vayamos por partes. Asistimos en primer lugar a un movimiento secesionista, que en un estado democrático que yo sepa solo ha tenido como precedente la Guerra de Secesión americana. El caso de los Balcanes es totalmente distinto. Yugoslavia fue una invención como estado, un subproducto de la I Guerra Mundial. EE.UU. nació como Estado y como tal se cuestionó en el siglo XIX. En segundo lugar, es un movimiento (que palabreja esta) dirigido desde arriba; sin el apoyo institucional de años y años de gobiernos nacionalistas, nada de lo que está ocurriendo se materializaría. Las encuestas son claras, hace 20 años, había apenas un 26% de secesionistas y ahora estamos donde estamos. A esto añadimos la postura socialista, que lejos de ser coherente con sus postulados, han querido ser más papistas que el papa, podría decirse que son cooperadores necesarios del entuerto. En tercer lugar, el discurso del victimismo, del eterno pedigüeño, que insaciable en sus apetitos de gasto, prefiere mantener estructuras exteriores y fantasmagóricas embajadas de tapadillo, en lugar de ocuparse del bienestar de los ciudadanos. En cuarto lugar, la persecución de todo lo que huela a España, empezando por la lengua, de manera que todo aquel que ose contravenir lo políticamente correcto en Cataluña, inmediatamente es marginado. Estos son los ingredientes del cocido secesionista (alguna más habrá supongo). Ante todo esto, la capacidad de crítica de los ciudadanos es prácticamente nula; no importa que se deje de atender enfermos, que se restrinja la atención farmacéutica, que no haya dinero para asuntos sociales, que el paro sea una cosa exótica que solo afecta a las regiones del sur; nada de eso importa con tal de que la patria catalana llegue a donde debe llegar, la secesión de España, después todo se arreglará solo.
A mi francamente me da igual su historia, sus manías y sus complejos; me da igual que se queden o que se marchen, pero hay una cosa que me molesta mucho; que se pretenda pasar por encima de la Ley caiga quien caiga, y si las leyes están para ser cumplidas, nadie está por encima de ellas. Entiendo que se debe consultar este asunto de una vez por todas, pero se tendrá que consultar al sujeto de soberanía que es todo el pueblo español. Y la consulta no puede ser unilateral, sino pactada por todas las fuerzas políticas de la nación. Este asunto empieza a cargar a los no catalanes, y cuanto más se empecine el asunto, las salidas serán peores. Me queda una pregunta en el tintero: ¿porqué le nacionalismo catalán no quiere convocar a la urnas, a los catalanes residentes en el resto de España?.
29921 | bb - 29/09/2014 @ 11:30:20 (GMT+1)
Yo si como presidente estuviera en la cuerda floja, si hubiera pedido rescates a Madrid, si hubiera hecho mil y un recortes, si hubiese metido copados que luego me hubieran tumbado, si mi reputación estuviera en entredicho por gobernar con Esquerra, si mi sede estuviera intervenida, si mis socios de Unió no estuvieran de acuerdo conmigo, si mi presidente de honor y padre político fuera un corrupto...
(y así hasta el infinito)
Yo también proclamaría la independencia de lo que fuera.
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