lunes 22 de septiembre de 2014, 09:45h
Al
presidente Obama le otorgaron un premio Nobel por fomentar la paz a distancia.
No se sabe que premio se le otorgará en el futuro por fomentar la guerra a
distancia. Es decir, bombardeando desde el aire, cada vez más cerca del terreno
perdido, y confiando en que otros vayan a combatir a pie por encargo contra el
llamado Estado Islámico o Califato. Una estrategia de nuevo formato: guerra de
lejos a través de intermediarios y, a la vez, paz lejana, pues habla de tres
años sobre una campaña que aún no ha empezado en serio y que, a juzgar por lo
dicho, tampoco espera terminar durante su mandato. Una gestión presidencial
indefinible que empezó con la obsesión de diferenciarse de los republicanos y
ha terminado por diferenciarse de todo lo que Estados Unidos ha representado
para el mundo libre y para los propios americanos. "Sí podemos", dijo en su
campaña electoral, y lo cierto es que no ha podido mucho, aunque le han salido
algunos imitadores populistas.
Hubo,
en Europa, a quien le gustó ese talante pasota porque ejercía menos poder y no
exigía muchos compromisos, en la medida que el papel norteamericano en la
política internacional se debilitaba. Todo era muy cómodo hasta que los
problemas llegaron al punto de ignición a que han llegado. Con el extremismo
islámico en llamas y el expansionismo de Putin traspasando fronteras. En
tiempos revueltos las cosas se ven de otra manera. Ahora todos echan de menos
el liderazgo norteamericano, hasta en el Partido Demócrata que lo llevó a la
Presidencia. Mucho más en los frentes de la política internacional donde con su
diplomacia insustancial todo ha empeorado, tanto por su indecisión como por las
decisiones militares a medio gas tomadas con "el corazón roto". Que el presidente
de la primera potencia mundial programase inicialmente su mandato retirando
tropas no era una garantía de paz sino una invitación a retornar a la
conflictividad. Era un proyecto tan poco realista como retirar la policía de un
barrio inseguro. Un mito, como la "Alianza de civilizaciones". La rectificación
con cargo a intermediarios remolones, a bombardeos selectivos y a plazos
indefinidos de resolución, demuestra una falta de doctrina estratégica que
asusta al mundo y no asusta a los enemigos sin escrúpulos. La falta de
contundencia no se habría manifestado si no se hubiese producido previamente
una falta de presencia. La busca de coaligados entre presuntos moderados es
como buscar paladines en el Ejército de Salvación. Los moderados están para
predicar con el ejemplo, condenar los crímenes y mantener el temple de la
retaguardia. Pero cuando huele a pólvora en Asia, África y Europa provoca
escepticismo anunciar una coalición inconcreta en la que Estados Unidos va a
"marcar la diferencia" pero no va a marcar el paso.
Es muy lícito
que Obama no quiera dejarse "arrastrar a otra guerra" pero no parece lógico
decirlo cuando son otros los que se la han declarado y expresarse sobre el
llamado abusivamente Estado Islámico diciendo que supone "una creciente amenaza
más allá de la región, incluyendo Estados Unidos". Tampoco es lógico suponer
que los enemigos bombardeados vayan a tragarse la idea de que quien les
bombardea no está en otra guerra sino en otra cosa. Sus acciones bélicas
"diferentes" solo son diferentes para consumo interior. El insigne pacifista
está en guerra, no porque él la haya declarado sino porque se la han declarado,
le guste o no le guste. No se sabe si hay ingenuidad, perversidad o cobardía
cuando se reflexiona sobre que "aún no se han detectado planes concretos contra
el territorio estadounidense". La amenaza no es contra un territorio sino
contra las personas libres, allí donde se encuentren. Quizá cuando se "detecten"
amenazas contra el territorio se comprenda el error de entrar en guerra a
distancia. El problema no consiste en hacer incómoda la vida a los enemigos de
la libertad ni en llevar ante la justicia a unos verdugos. Este no es un asunto
de "lobos solitarios". El problema es cómo se actúa eficazmente para extirpar
un tumor maligno que ya ha crecido demasiado.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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