'Lágrimas de cocodrilo': Preparando noviembre
viernes 19 de septiembre de 2014, 18:52h
Qué mal me
cae que este septiembre tenga cara de noviembre! Pero por suerte los libros,
que sientan tan bien en el verano, son el refugio más seguro contra noviembre,
que diga lo que diga Eliot, es el
mes más cruel del año! Crecen los suicidios en Suecia, por ejemplo, y
seguramente en Japón, donde se consideran casi una manera elegante de morir.
Libros, pues. Aunque no siempre. Mishima
y poco más.
Va lo de los
suicidios, aparte esta luz/sombra racheada que nos acompaña estos días, por la
novela negra de un clásico japonés: El
expreso de Tokio, de Seicho
Matsumoto, recién publicada por Libros del Asteroide. Es una investigación
por la clásica, matemática, que según iba leyendo me iba recordando a algo....
Trenes, pero no, esos horarios minuciosos de 1947 en un país tan raro, que
ahora ya, pero no entonces, tiene los mejores y más rápidos ferrocarriles del
mundo, y con una guerra catastrófica para ellos, completamente presente y
ausente al mismo tiempo- como la luz de septiembre de esta semana- y unos
personajes comedidos y corteses, Como salido de las novelas de Mishima, empecinados y, sobre todo,
inteligentes. Una estupenda recuperación, la que ha hecho Asteroide. Y toda una
aventura intelectual descubrir, con los horarios y mapas ferroviarios en la
portada de tu imaginación, las claves de cierto doble suicidio....y no diré más.
El primer
mandamiento, cuando se escribe sobre novela negra, es no destriparla. Conviene reflexionar
sobre ella: ha sido históricamente -en la historia de un siglo- uno de los
espejos más claros de la sociedad, a la que mira como a una silla, desde los
muelles: desde el lado oscuro, que muchas veces está en los salones, en los
despachos de los consejeros de administración, con insistencia última en las
constructoras inmobiliarias, con los mandatarios secretos de las grandes
compañías de seguridad -públicas y privadas, y quién conoce los límites- aunque
también pasee por el lumpen, por la desesperación, por los pobres. A veces hay
un personaje, un sujeto que te crea adicción. Y cuando en el último Camilleri, Un sábado con los amigos, que publicó Salamandra para el verano, no
encuentras a Salvo Montalbano..... y
sin embargo, es una gran novela, negra y viscosa como las de Patricia Highsmith, que, por cierto,
grrrr, no puedo decir lo del ambiguo suicidio...
Es, la de Andrea Camilleri, sencillamente una
historia de pasiones soterradas, agazapadas en el rencor y, fíjate qué bien, la
amistad. Como para fiarse de la pandi! Y por ahí, por ahí, en otro tono, con
otro leguaje, he devorado la recién publicada Las cuatro torres, de Leandro
Pérez, que aparece en Planeta.
Porque tampoco hay un personaje previo (a ver: Poirot, Brunetti, Mik Hammer, Montalbano.... Carvalho....)
pero a lo mejor es porque es la primera: Juan
Torca tiene pinta de dar mucho, muchísimo juego, con ese pasado de
cortacabezas mercenario y siempre en los bordes -y a veces más cerca- de los servicios
secretos y las compañías de seguridad. (que dan un miedo.....) Yo tengo la
sensación de que Leandro Pérez ha
ido al corazón de un tema extremadamente sensible: si yo fuera futbolera,
madridista o no, seguro que me enteraría más y mejor. Es lo que tiene la
"lectura consciente", cuando tiene las referencias fuera. Pero sólo con lo que
da.... Porque Florentino..... y los
vestuarios.....y Mourinho (que todavía
es el Madrid de Mourinho....)....y la prensa deportiva..... ¿A que tienes ganas de
leerla? Hazlo. Aunque no sepas nada de fútbol, ni de constructoras, ni de las
cuatro -hermosísimas, por cierto- torres, merece la pena. Con que si sabes....
Nombres ficticios y nombres reales, realidad y ficción en la trama, al servicio
de que nos aclaremos.
La que sí
existe de antemano es la jueza Mariana de
Marco, el personaje de J.M Guelbezu
(firma sus novelas policiales, o judiciales, con las iniciales de su nombre)
que vuelve, para mi alegría y solaz -para preparar noviembre- con Nunca ayudes a una extraña, recién
salida del horno de Destino. Estoy con ella, pero a la vista de las seis anteriores, creo que se la puedo recomendar
sin rubor. Aquí, un nuevo personaje, que por lo que llevo leído puede darle
mucha cancha a mi amigo Jose María
Guelbenzu (oye, que no la he terminado, que estoy con ella, a ver si le vas
a matar y la hacemos!) un periodista en el paro, víctima de uno de los
asoladores eres que están
convirtiendo los periódicos en infumables productos "becados", va a llevar las
técnicas del periodismo de investigación (no confundir con el de escuchar
filtraciones o editar despachos de los attachés de prensa) al esclarecimiento
de un misterio que, además, aunque sea circunstancialmente, le incumbe.
Y hay más.
Pero también hay más días, más semanas, para hablar de ellas. Y dejo en el aire
una pregunta, que sigue a una afirmación. Mucha novela policial, mucha novela
negra, que intuyo que juega mucho con los corruptores, más que con los
corrompidos. ¿No es eso lo que nos falta, volviendo del placer de leer a la
agonía de lo que es el día, en esta España nuestra? ¿Qué con los corrompidos
caigan los corruptores? Mismo el que ata la pata, que el que ordeña a la
cabra....